Tribuna libre
Doce años de abandono Gloria Bejarano
Doce años de abandono reflejaban el repudio, la vergüenza y el miedo que la Peni había inspirado en los costarricenses.
Al pasar por la avenida, instintivamente manteníamos la mirada al frente para no ver aquella tenebrosa estructura, que nos recordaba que en ese lugar habían reinado la muerte, la violación a los derechos humanos y la maldad.
La mayoría de los costarricenses había mirado de reojo las ruinas de la cárcel, pero no tenía idea de la grandeza de sus edificios y la maravillosa arquitectura que resguardaban sus murallas. Cuando se abrió al público, éste descubrió el potencial de aquellas desbastadas edificaciones.
Al principio, la construcción de un Complejo Cultural en las ruinas de la prisión parecía una locura. Al menos, así lo consideraban algunos, pues creían que era una empresa arriesgada, sin futuro ni razón de ser.
Sus primeros enemigos fueron entonces la incredulidad, la poca imaginación, la envidia, el sabotaje y la falta de fe en nuestra capacidad para llevar a cabo proyectos de gran envergadura.
Decenas de personas visitaron el lugar y, sin disimular su recelo, escuchaban los pormenores del proyecto. Unos pocos se atrevieron a creer. Con su ayuda y el apoyo incondicional del Gobierno, la restauración se llevó a cabo para inaugurar, primero, la Galería Nacional y, después, el Museo de los Niños.
Tras la apertura hubo que enfrentar nuevos retos: lograr la consolidación del Centro, sobrevivir a los embates de la política, mantener la confianza de los donantes, alcanzar un ritmo de crecimiento acorde a la demanda, y administrar el lugar con absoluta transparencia y eficiencia.
Diez años después, podemos decir con satisfacción que hemos logrado superar los obstáculos y seguimos creciendo.
El Centro ha logrado su consolidación gracias a la entrega de su Junta Directiva, el trabajo tesonero de sus funcionarios y el apoyo de los costarricenses. Juntos, nos preparamos para asumir nuevos retos como la construcción de un anfiteatro y la apertura de nuevas salas.
El Centro Costarricense de Ciencia y Cultura, sede del Museo de los Niños, se levantó de las ruinas y se construyó con fe.
La perseverancia lo consolidó y su devenir está garantizado, mientras haya quienes sigan creyendo que el futuro de nuestra nación radica en la capacidad, la imaginación y la creatividad con que nuestros niños y jóvenes puedan enfrentar los retos del mañana.
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