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Increíbles
A las 6:50 a.m., Rónald Caballero encabezaba la fila de alumnos que se dirigian a su escuela en el Alto Guaymí. Detrás de él, su maestro Benancio Guerra y otros compañeros.
Rafael PACHECO/Al Día
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En la montaña también se sufre
Prueba de Matemáticas en Alto Guaymí Punta Burica Sylvia ALVARADO, enviada
salvarado@aldia.co.cr
Alto Guaymí, Punta Burica. Ronald Caballero, Gerardo Rodríguez y Elvin Sánchez sintieron ayer mariposas en el estómago cuando se enfrentaron a la prueba de Matemáticas.
Pero a diferencia de miles de muchachos en el resto del país, caminaron horas, atravesaron montes con el barro hasta las rodillas y cruzaron un río para llegar a su escuela.
Son alumnos de la escuela de Alto Guaymí, en Punta Burica, frontera con Panamá, donde una división invisible separa la tierra y los árboles en territorio costarricense y panameño.
Estos jóvenes formaron parte de los 79 mil alumnos que realizaron las pruebas en todo el país.
Los de esta semana podrían ser los últimos exámenes que estos muchachos hagan en su vida. Por eso ayer estaban nerviosos pero no con tanta expectativa como la que tienen para el próximo año.
“Si no se concreta el proyecto de contar con telesecundaria, hasta aquí llegarán sus sueños y aspiraciones”, dijo Benancio Guerra, el maestro que les da clases a ellos y a 19 niños más de todos los niveles pero que comparten una sola aula y una sola sangre: la de los indígenas Guaymíes.
Ronald parecía muy confiado cuando revisó que su prueba contemplara los 40 ítems, mientras Gerardo miraba en todas direcciones pues no tenía lapicero para empezar. Esta es apenas una de sus necesidades. El maestro le facilitó un bolígrafo negro como les ha facilitado el conocimiento.
Aunque son costarricenses y sus padres dicen orgullosos tener "cédula 6", estos niños de pelo azabache carecen de cuadernos, cobijas, alimentos y hasta vacunas.
Ayer, Ronald, Gerardo y Elvin se concentraron y sudaron como muchos chiquillos ticos. La diferencia es que al terminar la prueba, caminaron horas para volver a casa, entre el vuelo de tucanes y el grito de los monos. Si toparon con suerte, pudieron almorzar. Y si la suerte los acompaña y el MEP logra hacer realidad su sueño, se empeñarán en convertir un lote en colegio para seguir desafiando a una realidad que cada día les parece más dura.
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