Perspectivas
12 + 12 = 42 Santiago Manzanal Bercedo
Y se vino otra vez la hecatombe y, como al final de cada curso lectivo ocurre siempre lo mismo, la gente ya se acostumbró y el desmadre continúa, y se repiten las quejumbres del año pasado, del antepasado y de los anteriores al antepasado, los reclamos, las llamadas de atención, los dimes, los diretes, todo cae en saco roto y... y... el reciente examen de matemáticas liquidó por la vía rápida al 80 por ciento de la muchachada de noveno año.
Nada nuevo bajo el Sol, como tampoco en otros ámbitos de la vida nacional.
Este país vive anclado en las glorias del ayer, las rumia para su consuelo, se engaña y a gozar, que aquí no pasa nada. Abusa de su suerte, la tienta de día y la manosea de noche, negándose a aceptar que en todo hay un límite. Mientras tanto, el inconsciente colectivo se complace en repasar indicadores y porcentajes de los organismos internacionales, que han situado a Costa Rica en los primeros lugares de Latinoamérica respecto a estabilidad económica y política, ingreso per cápita, calidad de vida, salud y educación. Pero las cosas han cambiado, ¡vaya si han cambiado! Esto ya no es Jauja y los desafíos son enormes.
Junto a ensoñaciones y narcisismos, la cruda realidad: la pobreza va en aumento, la inflación corre que se mata, la clase media enfila hacia una clase pobre alta y la educación... ni sombra de la de antaño.
¡Ay, la educación! Casi nada. Cada ministro del ramo, para pasar a la historia, inaugura su gestión con una nueva reforma bajo el brazo. Así que, de cuatrienio en cuatrienio, a desandar el camino: una pincelada por aquí, un retoque por allá, cambio de libros, de programas, de objetivos –generales y, cómo no, específicos–, de evaluación, de métodos, de reglamentos, de normas, de una parafernalia insustancial y contraproducente. Cambio a cambio, el Ministerio de Educación Pública se ha doctorado en cosmética y convertido en un gran salón de belleza.
Y ¿lo que está bajo ese maquillaje? Las verdaderas causas de la poca calidad educativa en el país y el diseño de un plan nacional de educación, estable y permanente, he ahí las cuestiones para los caletres de los “expertos”. Sugerencia: de una vez por todas, destierren la metodomanía y el pedagogismo. Ése sería un excelente comienzo.
–A ver, Juanito, ¿cuánto es doce más doce?
–Pues... cuarenta y dos.
–Aprobado, de por sí, el país anda al revés.
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