Sábado 4 de diciembre, 2004. San José, Costa Rica.


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Campeonato Nacional 2004-2005


 

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Cultura sexual

Divorcio

Dr. Mauro Fernández

drmauro@icosex.com

La vida marital ha tomado nuevos rumbos en las últimas dos décadas, tanto así que estudios recientes indican que cerca del 50 por ciento de los matrimonios terminan en divorcio y, desdichadamente, muchas parejas toman la decisión después de haber tenido varios hijos.

El divorcio es, en ocasiones, una tragedia para la pareja. No cabe duda de que la peor parte la lleva quien no desea separarse, porque, generalmente, no se ha preparado para romper con la relación.

La vida del adulto implica saber cómo manejar las separaciones. El divorcio perjudica particularmente a los infantes, quienes a tierna edad deben lidiar con los distanciamientos que se derivan de este cambio familiar.

Por otro lado, está la presión social, la cual suele magnificarse. Frecuentemente, las personas se ve tentadas a expiar la culpa y la responsabilidad contándole a todos versiones maniqueístas sobre la convivencia marital; además, revelan intimidades u ofenden a la pareja, algunas veces, delante de los hijos. En nuestra sociedad no falta quienes estén dispuestos a escuchar y hasta propiciar este tipo de altercados, sin medir el daño que causan, sobre todo a los niños.

De alguna manera, los especialistas en conducta humana tratamos de indicarle a las parejas divorciadas que si no fueron capaces de vivir juntos, tienen que ser capaces de vivir separados y compartir en armonía el tiempo con los infantes.

Es común que los procesos de separación se acompañen de una serie de desplantes y sentimientos de orgullo que reflejan la enorme inmadurez de ambos esposos. Es aconsejable que estas posturas cesen después de la separación para que los niños no tengan que seguir viviendo el infierno que resulta ver a las dos figuras más importantes de su vida "agarrados del moño".

La navidad, las vacaciones, los cumpleaños, los fines de semana no serán divertidas, pues no hay recreación que valga cuando se está en medio de una tormenta familiar. Si dos adultos gastan sus vidas en enfrentamientos eternos, es cosa de ellos, pero no es justo ni válido, ni conveniente tal proceder cuando involucra a nuestros ojos: los niños.

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