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Convaleciente “¡Quiero curarme...quiero curarme!”, expresaba ayer el nicaragüense José María Torres Reyes. Le acompañan su esposa Margarita Chévez (izquierda) y su hermana Rubenia. Herberth ARLEY/Al Día
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“Esto es un milagro”
Chofer baleado en autobús Rodolfo MARTÍN rmartin@aldia.co.cr
La única vez que esbozó una leve sonrisa, a lo largo de la conversación, fue cuando comentó que lo habían bañado y que lo pusieron a caminar unos pocos minutos.
Nadie podía imaginarse, por el aspecto que lucía, que José María Torres Reyes, apenas había cumplido 31 horas del inusual hecho en que estuvo a punto de morir.
El nicaragüense, de 54 años, conductor de un autobús de la línea Santa Ana – San José, fue baleado en dos oportunidades por un enloquecido pasajero que se molestó porque no le abrió la puerta para bajarse donde él quería.
Esto ocurrió el jueves, a las 6:30 a.m., a unos 75 metros al norte de la entrada principal del Hospital San Juan de Dios.
“Esto es un milagro”, expresó emocionado ayer, a la 1:30 p.m., en la cama número 30, en la sección de Urología del Hospital San Juan de Dios.
El chofer, quien ayer aún no había probado ningún alimento sólido, denunció que el desconocido quiso matarlo porque le apuntó y le disparó a la cabeza.
“Sin embargo, el disparo siguió directo contra el parabrisas y lo quebró en mil pedazos”, comentó.
Al parecer, falló el disparo porque el chofer, en ese instante, se agachó para agarrarse el estómago con las dos manos porque no soportaba el dolor. El desconocido ya lo había impactado en dos oportunidades.
Al preguntarle, acerca de cuál habría sido el origen del problema, respondió que “eso solo se sabrá cuando lo arresten y lo lleven a juicio. Porque, si de algo estoy seguro, es que lo capturarán. Aquí en Costa Rica nadie se burla de la ley.
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