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Felicidad
“Yo quisiera tener un avión y viajar por todo el mundo enseñándole a mis chiquitas que hay un montón de niños que no tienen padre ni madre, algunos ni abuela, pero pueden ser felices”. En la foto con su nieta, María del Milagro.
Abelardo FONSECA/Al Día
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Abuela de hierro en la frontera
Elena Moncada lucha por sus nietas Mercedes AGÜERO ROJAS
maguero@aldia.co.cr
Santa Cecilia, La Cruz, Guanacaste. Elena Moncada Contreras es una abuela que ha enfrentado pruebas en su vida, muchas de ellas acompañadas de un profundo sufrimiento.
Pero doña Elena se parece al hierro: se dobla, pero no se parte. A sus 62 años es una mujer que lucha a diario para sacar adelante a dos nietas.
A los 21 años fue madre soltera, luchó por darle lo mejor a su hija. Ella un buen día la convirtió en abuela, y el mundo del alcohol y las drogas se la arrebató de su seno.
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Sueño posible
Elena Moncada vive entregada al trabajo. Se mantiene con ¢50 mil mensuales que le da su primo. Sueña con tener una vivienda digna para sus nietas. Las niñas, Rosa Elena y María del Milagro, de 8 y 10 años, quieren zapatos para ir a la escuela, uniformes, cuadernos y una bicicleta.
Abelardo FONSECA/Al Día
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Los golpes y decepciones sobrevinieron uno tras otro, pero doña Elena no se doblega. Ella sólo clama por una vivienda digna, pues vive en una pieza forrada en latas de zinc, piso de tierra y divisiones hechas con viejas cortinas, en Santa Cecilia, localidad fronteriza con Nicaragua. Convive con sus nietas, María del Milagro, de 10 años, y Rosa Elena, de 8.
“Dios me dio una hija soltera. Luché para que estudiara, saliéramos adelante y tener una casita digna, pero ella no respondió. Llegó a cuarto año de colegio. Para ese momento ya tenía una hija producto de un abuso. Mi nieta ya tiene 22 años y es mamá”, dice.
Ella ahorró de su salario de operaria, en la fábrica Bilsa, para comprar una casa. Participó de un proyecto de vivienda en Coronado. Pero un día llegó a consultar por su casita y las oficinas estaban cerradas. No había nada que hacer, perdió ¢11 mil.
También participó de otro proyecto habitacional en Zapote. Horas de trabajo y unos ¢8 mil, también se perdieron. Los golpesDoña Elena se dedicó a ayudar a su hija y su nieta. Un buen día la hija la dejó para irse a vivir a la León XIII, Tibás, donde se unió con un hombre drogadicto.
La propia hija cayó presa del alcohol y las drogas. Y luego su nieta también sucumbió al vicio.
En aquel ambiente de angustia, vicio y sufrimiento nacieron tres nietas más, y doña Elena, entonces, volvió a ser madre. La pelea no fue sencilla. Luchó primero con el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), que estuvo a punto de quitarle a las nietas.
A pesar de su lucha por su primera nieta (Evelyn), que desde hace cuatro meses es mamá, la joven tomó un camino errado.
Ahora las fuerzas que le quedan a doña Elena son para ayudar a María del Milagro, quien sufre las secuelas de una meningitis y a Rosa Elena con problemas psicológicos por la ausencia de sus padres. A la fronteraArmada de valor, el 31 de mayo del año anterior, dejó la urbanización El Erizo en Alajuela, donde vivió por años, y se fue a Santa Cecilia de Santa Cruz. “Quiero que mis chiquitas estudien y salgan adelante”, comenta.
Viven en una casita rodeada de maíz, frijoles, yuca y árboles frutales que ella misma sembró. Y aunque padece de artritis, trabaja duro.
A pico y pala está abriendo una zanja de más de 100 metros para llevar agua a la casa. También desea poner luz, pero le pidieron comprar un transformador.
“A mi me gustaría tener una casita de cemento. No por mí, pero si por las chiquillas que a veces quieren jugar en el piso y no pueden por ser de tierra”.
Si desea ayudar a esta familia, comuníquese al 247 46 47 o al 247 52 13.
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