Tribuna libre
El mejor regalo Gloria Bejarano
"¿Mami, de verdad ese niño es Dios? Y, si es Dios, ¿por qué nació pobre?". La mamá no supo qué contestar. El chiquillo no podía entender cómo Dios había decidido hacerse hombre y ¡pobre!
El hecho de querer ser hombre podría parecer interesante, pero escoger nacer pobre es algo difícil de entender para cualquiera de nosotros.
Poseer bienes materiales, contar con el poder que da el dinero, y disfrutar de la riqueza parecen ser el ideal de vida al que aspira la mayoría de los seres humanos. La publicidad nos dice que, si queremos dar felicidad en esta Navidad, debemos regalar una refrigeradora, un carro o un juguete.
Regalar una sonrisa suena muy lindo, pero nadie espera que le dejen eso bajo el arbolito. Expresamos nuestro cariño y afecto regalando bienes, muchas veces sin siquiera detenernos a pensar en lo que el otro está deseando recibir.
Más de un abuelo, por ejemplo, cambiaría gustoso la camisa que le obsequiaron, por pasar una tarde platicando de sus aventuras y compartiendo sus recuerdos con los nietos.
Mamá sería más feliz, si le hacen saber que sus tamales son los mejores del mundo, en vez de que le regalen una olla para que cocine los del año entrante.
A papá no le hace falta, posiblemente, una camisa más, pero sí que le pregunten sobre lo que hace en su trabajo o acerca de sus sueños.
La Navidad es la época del año en que nos proponemos hacer felices a los demás, y en verdad hacemos un esfuerzo por demostrar nuestro afecto a los amigos y nuestra solidaridad para con los menos privilegiados. Preparamos regalos, hacemos donaciones y el tiempo no nos alcanza entre hacer tamales, ir de compras y asistir a las fiestas.
Entre Santa, la luminosidad de los arbolitos y los muñecos de nieve pasa casi desapercibido el pesebre. No es de extrañar que los niños se sorprendan de pronto al descubrir que ese pequeño, apenas cubierto con un pañal, acostado sobre un poco de paja en medio de una mula y un buey, sea Dios.
La Navidad es mucho más que la compra de regalos. No dejemos que el mensaje de amor y paz quede sepultado entre tanto obsequio.
Hagámonos el mejor regalo: sentémonos a reflexionar con nuestros hijos sobre las razones por las cuales Jesús quiso nacer pobre y crecer sin más amparo que el de una familia unida en el amor.
Ahí encontraremos el mensaje que Dios tiene para nosotros en esta Navidad, y el mejor regalo que podamos recibir.
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