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Qué lindo
Sebastián Blanco, vecino de Desamparados, acarició ayer a "Radical", montado por el panameño Edwin Vásquez.
Róger BENAVIDES/Al Día
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El fiestón fue con los caballos
Miles asistieron al Tope Nacional Sylvia ALVARADO
Silvia COTO
scoto@aldia.co.cr
Si hay un lugar en que cabe todo el mundo es en el tope: desde los más encumbrados empresarios, montados en andaluces pura raza, hasta los más sencillos campesinos, jineteando sus bestias de trabajo.
Desde los más experimentados caballistas, como don José Sojo, quien tiene casi todos sus 72 años de montar, hasta algunos improvisados, como la Tica Linda, Karla Uriarte, quien apenas había practicado unas horas.
Es una fiesta a lo largo de tres kilómetros -desde la estatua de León Cortés, en La Sabana, hasta la Plaza Cleto González Víquez-, donde los niños se divierten y los grandes se enamoran, aún cuando algunos pequeños, como Sebastián Vargas, de 4 años, tuvieron que terminar en el Hospital de Niños, por haber sido pateados por un caro ejemplar.
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¿Dónde dejó el caballo?
"En Turrialba", contestaba ayer, Jorge Salguero, "El látigo negro", de Hatillo, quien tiene 16 años seguidos de pasearse en medio de los caballos.
Manuel VEGA/Al Día
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Una celebración que tanto disfrutan los montadores como las familias que, en los cajones de los carros o las aceras, comparten refrescos y emparedados de atún.
Los que si parecieron no encontrar mucho lugar esta vez fueron los políticos. al menos públicamente. Del Defensor de los Habitantes, José Manuel Echandi, y el diputado del PAC, Rodrigo Alberto Carazo, no pasaron.
Aunque los organizadores esperaban unos 3 mil jinetes, imposible saber con exactitud el número de caballistas que se adueñó de San José. Primero, porque en aquel desorden, que cada año reina en el tope, los jinetes van tan apelotados que no es posible distinguirlos y segundo, porque cada año, son más los que prefieren hacerle más caso a la convicción que a la tradición, y se rehusan a pagar por andar el número de Pilsen en la espalda.
Álvaro Flores, vecino de San Carlos, quien montó a "Tárcoles" pagó ayer los ¢5 mil, pero dijo que "la mala organización y la desconfianza" son las culpables de que muchos no quieran inscribirse.
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¿Volvió Figueres?
Más de uno confundió a Diego Salas, de Zarcero, con el expresidente José María Figueres. "Ni amarrado me parezco a él. Soy mariachi hasta la muerte", dijo Salas, mientras algunos bromeaban con que por ahí cerca andaba Dall'Anese.
Manuel VEGA/Al Día
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Este año, la actividad estuvo organizada por la empresa "Tierra de Gigantes" que pagó ¢5 millones a la Comisión de Festejos Populares. El dedicado fue don José María Bonilla Aguilar, un cartaginés, hijo y nieto de caballistas, quien posee unos 50 caballos en la provincia brumosa y es fundador de la cría de caballos pintos costarricenses. Moda y chiflidosEn el tope, la moda la dicta cada uno. Los que visten camisas con grandes estampados de animales, las que lucen híper minifaldas con botas más arriba de las rodillas o las diez muchachas de la Fábrica Nacional de Licores que llegaron ataviadas con enaguas de campesina. Donde algunos "rajan" con que todo el atuendo es nuevo, mientras que otros alardean con el número de topes en que han estado sus sombreros y sus botas.
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"Fiebre"
El expresidente Mario Echandi disfrutó ayer del desfile de caballos. Dijo que a su edad, no recuerda a cuántos ha asistido, pero que sí son muchísimos.
Manuel VEGA/Al Día
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Durante las horas que dura el desfile, igual se fuman habanos, se toma guaro de contrabando en la pura bota o se sorbe de a poquitos el litro de whisky que pasa de boca en boca.
No solo las muchachas bonitas o los jóvenes con porte "Marlboro" llaman la atención. El presidente de la Junta de Protección Social, Luis Polinaris, se llevó varios chiflidos cuando su yegua, "Golondrina" decidió caminar en reversa, cuando todo el resto iba hacia el frente, y el diputado Rodrigo Alberto Carazo, generó más de un comentario y sonrisas cuando su caballo, "El alegre", pateaba y pateaba en el aire. "Es igual de chúcaro que el que lo monta", gritó Luis Sepúlveda, de Montes de Oca.
Algunos viajaron desde lejos para no perderse detalle del tope, mientras que otros, como doña Carmen (no quiso decir su apellido), solo tuvo que abrir la puerta de su casa, en los alrededores de la Mercedes Benz, para estar en primera fila.
En medio del ritmo del reggaeton, canciones de burla a los políticos cuestionados, el aroma de licor y perfumes mezclado con boñiga, ayer quedó demostrado que el Tope Nacional sigue siendo un motivo para armar la fiesta, en media calle.
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"Un besito"
Rigoberto Navarro besa a "Popeye", un búfalo originario de San Miguel de Sarapiquí, orgullo de su dueño, Álvaro Otoya.
Manuel VEGA/Al Día
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Multifacético
Ayer, Carlos Guzmán dejó atrás las partituras y el romance de Gaviota, para unirse a los jinetes.
Manuel VEGA/Al Día
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Trabajadora
"Forasela" no jaló ayer maíz y frijoles, ni sirvió de ambulancia en su pueblo, en Brasil de Mora, pero sí atrajo muchas miradas junto a su dueño, Carlos Guadamuz.
Róger BENAVIDES/Al Día
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Belleza española
"Emperador" y su jinete Laura Collado recibieron ayer miles de aplausos, por la belleza del ejemplar y la vestimenta típica española de la propietaria.
Róger BENAVIDES/Al Día
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A lo español
Más que una tradición Silvia Coto Rojas
scoto@aldia.co.cr
Los caballos de paso son para Laura Collado su mayor satisfacción, ya que desde hace más de 30 años se dedica al cuidado y entrenamiento profesional de éstos.
Ayer, durante el tope nacional, los 11 caballos que llevó a desfilar se robaron cientos de aplausos. Entre esos animales destacó su blanco semental "Emperador", al que cintas de llamativos colores, al estilo muy tradicional, le colgaban en el lomo, dándole un toque de elegancia, mientras desfilaba por las calles de la capital.
La caballista es vecina de las frías tierras de Cartago, lugar en el que sus caballerizas albergan a más de 100 caballos de esta raza, y en las que ella los convierte en los mejores exponentes del país.
Según Collado, su abuelo trajo el primer caballo español a Centroamérica, por lo que desde sus 10 años, los caballos se han convertido en parte muy importante de su vida, dejando huella de este amor por los animales en su hija de 24 años, Camila Peralta, quien desde sus 13 años practica la equitación. Esa pasión la tiene también su esposo Rafael Cañas.
Laura Collado ha sido premiada por sus ejemplares en varias ocasiones, pero para ella el premio más importante lo recibió en 1993 en los Estados Unidos, cuando premiaron su caballo como el mejor ejemplar.
Aunque Collado nunca ha sido homenajeada en el tope, espera que ella y su ganadería sean tomadas en cuenta algún día, ya que, según ella, sus animales desbordan tanta tradición como los de muchos otros caballistas del país.
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