Sábado 10 de enero, 2004. San José, Costa Rica.



 

En esta casa donde vivía Dionisio Murillo, alias “Nicho”, fue donde supuestamente se probó, unos 22 días antes del crimen, el arma calibre 38 con la que asesinaron a Parmenio Medina.

Colombiano compró arma homicida

Gilda GONZÁLEZ / Al Día

El colombiano John Gilberto Gutiérrez fue, según uno de los testigos claves de la Fiscalía, quien compró el revólver calibre 38 con el que asesinaron a Parmenio Medina, el 7 de julio del 2001. Gutiérrez habría sido también quien entregó el arma a Dionisio Murillo, alias “Nicho”.

Así consta en el expediente del caso, en la extensa declaración del testigo Luis Fernando Barrantes Godwin, investigador privado que le sirvió de chofer a Gutiérrez durante varias semanas, en el 2001, antes del crimen de Medina.

Barrantes supo que todas las diligencias de Gutiérrez, incluso la compra del arma, era para matar al productor radiofónico, pero en la misma declaración asegura: “no me dio como tiempo (de avisar), porque pasó muy rápido. Nunca creí que se fuera a dar. No tuve tiempo para poder avisar o buscar a alguien. Desde el momento de la última visita a la casa de “nicho” y el homicidio pasaron 22 días.

“Cuando veníamos de Guápiles ese día la segunda vez que estuvimos en la casa de “nicho” John dijo que matar a Parmenio era un deber y una obligación. Siempre se santiguaba dos veces cuando pasaba por una iglesia y decía que el que reza y peca empata”.

“Nicho” falleció en un enfrentamiento con la policía tras un asalto bancario en Buenos Aires de Puntarenas.

Las autoridades presumen que el arma calibre 38 la compró el colombiano, con el dinero que recogió de los “cobronazos” que le hizo a clientes del diputado del Partido Auténtico Herediano, Francisco Salas Ramos, a quien parte del dinero no le entregó.

Salas le dio trabajo a Gutiérrez y le dijo que le cobrara unas deudas, pero el ahora legislador dijo a Al Día que nunca imaginó que el extranjero iba a amedrentar y a amenazar a los clientes,

El su declaración del 11 de noviembre pasado, John Gilberto indicó: “Luis (Barrantes) y “chola me llevaron donde Marcos a la vuelta de Tierra Dominicana (...) y yo compré un arma de fuego 3.80 en ¢50 mil (es otra arma). El arma la compré con un dinero de un cobro que hice esa tarde en Pavas”.

Sin embargo, sobre la calibre 38 usada en el crimen, Gutiérrez no dice que él la adquirió. En ese testimonio indicó que (...) el arma que se utilizó en el homicidio, sé que es un 38 revólver y sé que la compraron en la León XIII. No sé quienes fueron a comprar”.

Al Día tiene una copia de la declaración del chofer Barrantes en la que cuenta los pormenores de la compra y entrega del arma. El siguiente es un extracto de esa declaración:

“(John) Me preguntó en ese momento, cuando se subió al carro que si no sabía de alguien que estuviera vendiendo un revólver y que fuera barato, yo le dije que no, que no sabía, pero que si le consultábamos a “chola” tal vez nos podía indicar quién podía tener uno para la venta. Me dijo que sí, que viniéramos donde “chola” porque le urgía conseguirlo. Llegamos a la casa de “chola” le consultamos sobre quién podría tener un arma para la venta, nos dijo que sí que bajáramos al teléfono público, que él iba a hacer un contacto en San José, que era el que le conseguía armas.

En la declaración, el testigo Luis Barrantes, que le sirvió de chofer al colombiano John Gutiérrez, asegura haberlo acompañado a comprar el revólver calibre 38 con el que mataron a Medina.
En la zona roja

Se bajó en el teléfono, hizo un par de llamadas, nos dijo que nos iba a acompañar, que fuéramos a la zona roja a San José, que ya había hablado con un amigo de él y que sí que tenía varias para la venta.

Llegamos al sitio que “chola” nos indicó en la zona roja (...), son unos apartamentos, en un segundo piso, “chola” se bajó con John, subieron, estuvieron como unos veinte minutos dentro, John y “chola” bajaron, se subieron al carro John traía con él una pistola, calibre 3.80. indicó que la había comprado baratísima y que tenía que volver el sábado a recoger la 38 que había dejado encargada. Le regaló como ¢15 mil a “chola” por el favor que le había hecho, lo dejamos en la casa y me pidió que lo recogiera el sábado (...). Cuando lo recogí, nos trasladamos al lugar mencionado en la zona roja, había un sujeto de nacionalidad dominicana, al que John le dijo que le llamara Marcos que estaba en el salón de belleza adentro (... luego cuando regresó) Venía apresurado, nervioso y me dijo ya compré el arma, me salió en treinta mil colones, pero hay que revisarla porque no dispara.

(...) Nos trasladamos al parque de Santo Domingo de Heredia, ahí nos bajamos los dos al teléfono público, empezó a llamar (...) cuando le contestaron, le pidió a la persona que le pasara a “Nicho”, cuando este le contestó le indicó que necesitaba verlo con urgencia porque ya tenía el encargo y que le urgía entregárselo, que le daba una hora y media para verlo en el parque de Guadalupe, donde se habían visto la vez pasada. En efecto, transcurrido el tiempo, pudieron haber pasado una hora, una hora y media, cuando llegaron los dos sujetos en la motocicleta celeste. Yo estaba debajo del vehículo, cuando John se sacó del frente, de la cintura del pantalón que traía tapado con la camisa, un revólver, se le dio a “Nicho” este lo cogió, lo envolvió en una capa que traían, se lo dio al otro sujeto, se fue a la moto (...) ahí metió el arma. John le indicó que tenía que revisarlo porque no estaba disparando”.

Probaron el arma

(...) Nos dirigimos hacia Cariari, Guápiles llegamos a la casa (...) “Nicho” le dijo que ya estaba arreglado (el arma), que disparaba riquísimo y que si la quería probar. John le dijo que adonde, le dijo que fueran al patio, a la parte de atrás de la casa, que él ahí probaba armas y que nadie le tenía que decir nada, salieron al patio de la casa, había un tronco tirado a la orilla de la cerca del vecino y ahí empezaron a dispararle al tronco, le disparó “Nicho” y John y ahí se hicieron como tres descargas de los seis tiros.

John le dijo a “nicho” que lo que iban a hablar era muy delicado, que él sabía que las amenazas y la advertencia que ya se le había dado (a Parmenio) no habían dado resultado y que había que actuar de otra forma, le dijo que el patrón le había pedido que había que matar a Parmenio Medina. “Nicho” le dijo que lo que él había cobrado ya no era lo mismo, que el precio subía que él hacía el trabajo por ¢5 millones, a lo que John le respondió que no, que era mucho, que lo que a él le estaban pagando eran ¢5,5 millones y que lo más que les podía dar eran ¢4 millones para que se repartieran, pero que ese hijuep... de Parmenio tenían que callarlo lo más pronto posible”.

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