Sábado 10 de enero, 2004. San José, Costa Rica.



 

Perspectivas

Antonio Alfaro
Culpables somos

Michael Jackson va a juicio, luego le toca a la estrella de la NBA, Kobe Bryant, el padre Minor no se queda atrás... solo falta que acusen a Pedro Picapiedra o al Gallo Claudio para completar un buen grupo de héroes en el banquillo.

No hablemos ya de Maradona, que hace bastante desencantó a muchos, aunque de consuelo nos queda separar al fútbolista del hombre, recordarlo burlando a todo el equipo inglés, el árbitro, los junta bolas y hasta el vendedor de papas antes de anotar en el Mundial de México 86 aquel histórico gol.

Los héroes están hechos de barro, al menos los mortales, los de este mundo; pueden quebrarse de repente, como vasijas, dejando con una sensación de vacío, impotencia, incredulidad, a todos aquellos, también mortales, como usted y como yo, que endiosaron a los ídolos de carne y hueso.

Llegamos a creer acaso que aquellos no defecan, no se chupan los dedos cuando comen pollo, ni tienen mal aliento después de una ensalada con bastante cebolla.

Ya no creo mucho en héroes, más allá de Jesucristo, y Juan Santamaría (muchos peldaños abajo, claro está), aunque le han bajado por completo el piso al pobre soldado y dicen que no existió sino como mero símbolo de una batalla. Y este mortal hasta se jactaba de conocer el rincón alajuelense donde creció el erizo, como bien me lo enseñaron en la escuela ¡No molesten! Al menos déjenme conservar unos cuantos héroes. Los otros son los dibujos animados, que tanta diversión me dieron en la niñez y aún me arrancan una sonrisa si de reojo los pillo en la pantalla chica. No me digan que el “Gato Silvestre” va a juicio por haberse comido a Piolín o que el Coyote se suicidó tras frustrados intentos de atrapar al Correcaminos. Lo de Michael Jackson sí es en serio: abre el 16 de enero una temporada de juicios a famosos que más parece “una cartelera de espectáculos”, según señala una nota informativa, en torno a estrellas en los Estados Unidos. Alguna vez moví la cabeza al ritmo de sus canciones; a lo mejor hasta intenté imitar ese paso de baile en el que camina hacia atrás arrastrando los pies, pero hoy me cuesta reconocer ese pálido hombre que va a juicio.

Veredicto: Inocente es la música, el fútbol, la NBA, la fe... Culpables somos, muchas veces, de hacer de los hombres dioses.

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