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Camilo al hilo
Camilo Rodríguez
Huecito
Me ha quedado un hueco en el alma con la muerte de Carlos Huezo Córdoba, mejor conocido como Huecito, quien fuera mi compañero en el programa "Tertulias del 13".
Huecito es una institución de la historia del periodismo. Animó el día de la inauguración de canal 7 y durante la maratónica de doce horas con que inició canal 6; fue fundador de emisoras de radio en San Carlos, San Ramón, Puntarenas, Nicoya, Golfito y San Isidro de El General; fue parte del equipo de producción de Telenoticias en sus inicios; formó parte del elenco de "El fogón de Doña Chinda"; pobló las páginas de "Gentes y Paisajes", de Miguel Salguero; participó en la producción de "El duende de Jericó", y su risa es la más famosa de la historia del país, gracias al programa "El Ja Ja del Aire", que se transmitió en Radio Columbia durante 31 años, de manera ininterrumpida.
Fue pionero en la producción de radionovelas y era un maestro del guión de radio y la improvisación musical en décimas. Son inolvidables sus personajes "Cantaclaro" y "Juan sin miedo".
Su paso por los medios lo puso al lado de gigantes de nuestra historia, como Mario Sotela, René Picado, Olegario Mena, Zoilo Peñaranda, Carmencita Granados, Patiño, Crespi e Inés Sánchez.
Con él se van un humor, un ingenio y un talento para componer al instante que no conozco en nadie más.
Nuestros invitados siempre se peleaban por llevarse la canción que acababa de componerles, y todos se asombraban de cómo cualquier detalle del programa se convertía en canción apenas unos minutos después.
A sus 80 años, componía tres canciones por día y era el único músico que se daba el lujo de estrenar todos los días.
Viajábamos juntos del trabajo a su casa, y fui testigo de su amor por la familia, su victoria contra el alcoholismo, su sentido crítico y su enorme capacidad para convertir cualquier conversación en un poema.
No conozco a nadie que sea mejor contando chistes, ni a alguien que sintetice en poquísimas frases la esencia de las personas.
La última vez que lo vi fue el 24 de diciembre. Ese día me llevó a recoger una ropita para una familia pobre.
Murió como un pajarito, sin avisar siquiera. Y en el cielo ya hay problemas, porque le está componiendo canciones a los ángeles y las santas, y ya nadie quiere venir a este lado a trabajar.
Que su sentido de la dignidad y su alegría vivan con nosotros para siempre. Y que Dios se deleite con la risa de mi amigo y mi maestro, el hombrecito que me llenaba de luz todas las noches...
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