Sábado 24 de enero, 2004. San José, Costa Rica.



 

Perspectivas

Antonio ALFARO
Una letra

Quién dice que una letra no marca la diferencia.

Cazarse o casarse, por ejemplo. Suele ocurrir, no sé por qué, que los mortales, hombre y mujer, primero se cazan, luego se casan y entonces dejan de cazarse ¿Me explico?

¿Por qué no se caZan, se caSan y se siguen caZando? No lo sé, ni estoy autorizado, por falta de experiencia, a dar la respuesta, pero Celia Cruz se jactaba de tener la receta para mantenerse por años, sonrisa a flor de boca, al lado de su “negrito” Pedro Knight. Orgullosa, le ponía “¡aazzúcarr!” y meneaba las caderas al son de aquel “yo le pongo sasón, so son le pongo sasón, yo le pongo sasón a mi negrito...”

El divorcio está de moda, como los jeans de pretina baja entre las jovencitas. En tres meses pueden registarse 2.459 divorcios, según una nota publicada a inicios de año por La Nación, con datos del 2003. Hablamos de 820 divorcios por mes... ¡27 por día!

¿Será que la tolerancia no se compra por kilos sino en frascos con goteros? Será que el zacerdote dice “hasta que la muerte los separe” y los novios, muy enamorados, ya tienen asegurada por la vía legal la división de bienes ¡Por si las moscas!

A próposito de “bienes”, no es lo mismo que “vienes”, como tampoco “coser” y “cocer” son la misma cosa. Pero sigamos con la “z”, la “s”, la caza y la casa, que claro está, cuesta más la casa con “s” que la caza con “z”.

Afortunadamente son más los que creen en la suma que en la división (quiero decir que la cifra de matrimonios, 69 por día en el mismo período, sigue ganando a los divorcios). Claro está, vale más la calidad que el número, así que tampoco se deje engañar, que la mayoría a veces se equivoca.

De paso me permito un !Qué Dios los bendiga! cuando veo a mi hermana Dinia y a André en carreras para su boda.

Enchapado a la antigua –como reconozco estar– me enorgullecen los 33 años de casados que cumplirán este año mis padres, más allá de diferencias, malos y buenos ratos. Mis suegros van para 32 en los próximos días y siguen sumando, disfrutando, tolerando –supongo yo– como las parejas que se niegan a ser desechables. ¡Felicidades! de paso por ellos a todas las parejas de aguante.

Pénsandolas, desde mi ignorancia, creo que la clave puede estar en aquello de la tolerancia, el “a Dios rogando y con el mazo dando”, y tener un diccionario a mano, que no es lo mismo casarse con “s” que cazarse con “z”.

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