Lunes 26 de enero, 2004. San José, Costa Rica.



 

Carlos “Tato” Marín colecciona estampillas, desde hace tres años, y pines desde hace uno. Asegura que eso lo tranquiliza y entretiene. Fotos José RIVERA / Al Día

Asombrosas

Coleccionistas de estampillas intercambian los domingos sellos y conocimiento

Neyssa M. CALVO ACHOY / Al Día

A los 7 años Alvaro Castro empezó a coleccionar estampillas como un juego. Hoy, 52 años después, ese caballero posee una de las colecciones más grandes del país.

En su agenda domingueña, no puede faltar tiempo para compartir su predilección con miembros de la Asociación de Coleccionistas de Timbres Fiscales y Sellos.

A eso de las 9:30 a.m., se encuentra con sus amigos, de años, para admirar sus adquisiciones y mostrar con orgullo las propias.

Ellos se reúnen en la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (ULACIT), en Barrio Tournón.

La reunión es conocida como “Plaza Filatélica” y está abierta al público, desde hace 5 años, en especial para aquellos que han soñado con coleccionar sellos y nunca pudieron concretarlo.

Ahí los aficionados aprenden, entre otras cosas, a clasificar los sellos por áreas. Por ejemplo, las relacionadas con el deporte, las flores, el transporte, fechas conmemorativas y personajes.

La asociación de coleccionistas de Costa Rica muestra sus tesoros a los aficionados y le enseña a cuidar sus adquisiciones.

“La filatelia es un pasatiempo educativo, instructivo, que desarrolla los hábitos de estudio, limpieza, orden, paciencia y el buen gusto estético”, señaló Álvaro Castro, filatelista costarricense.

Al escuchar las palabras de Castro, Gilberto Corrales, otro enamorado de los sellos postales, asiente con la cabeza.

También empezó con éste pasatiempo, desde que tenía 7 años, y está convencido que los “coleccionistas siempre tuvieron buenas notas en geografía e historia, ya que las estampillas son un libro abierto”.

Mercado silencioso

En la Plaza Filatélica no hay venta al pregón, los coleccionistas solo ponen sobre la mesa sus álbumes o cajas plásticas llenos o medio vacíos de postales para la venta.

Además de coleccionar, Corrales es un comerciante de sellos y sabe que el valor de una estampilla no radica en el año en que salió a circulación sino en los errores de impresión o del número de ejemplares que salieron a la calle.

Al final, el precio lo determina la oferta y demanda, aunque existen catálogos nacionales e internacionales que sugieren un valor, indicó el experto.

En la práctica, ni siquiera entra a jugar el billete sobre billete, pues es común el intercambio de sellos.

Así fue como Carlos Marín, conocido como “Tato”, adquirió por intercambio el domingo pasado una estampilla de 1974 con un diseño alusivo el ajedrez.

“Tato” empezó su afición por las estampillas hace 3 años y también colecciones pines, desde hace un año. Suele vender en la “Plaza Filatélica”, cada domingo, pines de la Antigua Unión Soviética (entre $1 y $2 cada uno), así como estampillas nacionales y extranjeras en ¢20.

Como el resto de coleccionistas que estaban el 4 de enero en la ULACIT, no precisa el número exacto de sellos que conserva en su colección personal, pero afirma que “esto empieza”.

Se trata de un pasatiempo que comienza con una estampilla, dos, tres y más. Éstas se van agrupando por temas, por países o por años.

Pablo Fumero y Karina Ugalde cuenta que un domingo “estábamos aburridos y decidimos visitar la plaza filatélica para ver de qué se trata. Quedamos maravillados”.

Ahora ambos comparten el pasatiempo y la colección de estampillas nacionales. Ello son amigos, desde hace 15 años, y dicen que la amistad se ha reforzado con la colección.

En son de broma, los jóvenes amigos dicen que evitan pelearse, ya que en caso de separarse no sabrían quién se quedaría con las estampillas.

Sin duda es un pasatiempo que cuando atrapa a alguien no lo suelta, comentan.

Las horas pasan rápido en la ULACIT mirando las postales o escogiendo entre un montón de ellas a la nueva adquisición, agregan.

Además, Adrián Guido –quién empezó su afición hace un año– dijo que exprime los conocimientos de los grandes, en este campo, a fin de saber sus historias y de cómo empezaron con poco y ahora tienen muchísimo.

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