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MARCAJE ARBITRAL
Ramón Luis MÉNDEZ
Todos tienen culpa
Culpables: todos y principalmente los árbitros...
Me refiero a la pérdida de tiempo en los partidos de primera división de nuestro campeonato. Es preocupante lo que sucede, aunque las excusas pueden sobrar. Y dirán algunos conformistas: “bueno, eso no es de ahora, siempre se ha dado”. Pero no. Aunque fuese cierto no podemos seguir arrastrando males cuando son fáciles de subsanar y los árbitros tienen la solución.
El problema es que es más fácil hacerse el desentendido, pero el fútbol se hizo para jugarse con 45 minutos cada tiempo y es obligación del árbitro reponer el tiempo perdido -no lo digo yo, lo dice el reglamento-. No se está dando y es el colmo que un juego (Carmelita-Pérez Zeledón) dirigido por un árbitro que está a punto de participar en una eliminatoria preolímpica, como Greivin Porras, se jueguen solamente 21 minutos de tiempo efectivo.
Cuando digo que todos son culpables son todos: jugadores, cuerpos técnicos, comisión de arbitraje, árbitros, dirigentes y también exárbitros con el ejemplo dado. Esto hay que pararlo y ya, es un irrespeto al fútbol, al aficionado, al televidente, al oyente, al patrocinador, al fútbol. De los culpables el mayor es el árbitro.
No es posible que en una lesión el juego se paralice hasta dos minutos, que un tiro de esquina se tarde un minuto, un tiro libre 45 segundos, una expulsión dos minutos, por dar algunos ejemplos, con la grave reposición, en algunos casos, de apenas dos minutos al final. Si la Comisión de Arbitraje no exije es también responsable.
En otro tema, murió Don Pepe, Pedro Paniagua Soto, para muchos un desconocido, un ciudadano más, para este servidor la persona con quien hace unos cuarenta años visité por primer vez un estadio, el Pipilo Umaña, en Moravia, a observar ese día jugadores como Marvin Rodríguez, Catato Cordero, Geovanny Rodríguez, Flaco Pérez, Rodolfo Herrera, y muchos más en el partido amistoso Saprissa-Moravia, para algunos un juego más, para mí un juego que quedó gravado para siempre. Gracias, Don Pepe que en paz descanse. Bien se lo merece.
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