Martes 3 de febrero, 2004. San José, Costa Rica.



 

Punto y aparte

Vladimir de la Cruz
Los cerdos en el Tratado de Comercio

Costa Rica posee la característica de ser uno de los principales países consumidores per cápita de embutido del mundo, que se elaboran de carne de cerdo.

El Tratado de Comercio con Estados Unidos, que no es una garantía de libertad de comerciar, en los términos que se ha aprobado, en lo que se ha informado, sacrifica una serie de sectores de la sociedad costatrricense.

Uno de ellos es el sector porcicultor, el de empresarios que se dedican a la cría, producción y comercialización de cerdos.

Su sacrificio es casi sin opción de protesta, ni de berreo, porque las autoridades gubernamentales los consideran ganadores dentro de la imposición que resultó el Tratado, cuando en realidad perdieron.

El sector porcicultor nacional había logrado estándares de eficiencia y eficacia productiva comparable con las potencias mundiales criadoras de cerdos. Por ello había pedido ser excluido del Tratado. La respuesta de los negociadores de COMEX y de gobierno fue un rotundo NO.

Dijeron, a lo tico, que podían enfrentar el ingreso de unas 260 toneladas de cerdo estadounidense y les impusieron, a lo gringo, una entrada de 1000 toneladas, cuatro veces más de lo que pueden enfrentar en "libre competencia".

En los anteriores tratados de comercio firmados, este sector había sido maltrado y también sacrificado, resultando sin beneficio alguno, al punto que el hato de cerdos nacional se ha reducido casi en un 80%. Y, con ello se han reducido los productores nacionales, o quebrado, de acuerdo a las leyes del mercado económico y la libre competencia.

Pero en este Tratado, que no es negociación favorable para el país, no solo los porcicultores pierden.

También resultan perdedores los pequeños y medianos industriales de embutidos, pues en el país solo dos empresas transnacionales se benefician con esa negociación, al manejar alrededor del 65% del mercado, con la posibilidad de importar más cerdos estadounidenses que, libre de aranceles, estrangularán el mercado para apropiarse de su totalidad.

Así surgirá un oligopolio donde los precios de los embutidos serán fijados de mutuo acuerdo y al antojo de estas dos empresas, dejando por fuera de la actividad a los costarricenses que a ella se dedican.

También perderán los carniceros que se ajustarán a las políticas de los pocos grandes industriales de cerdo que queden, limitando sus posibilidades de desarrollo y haciéndose cada vez más dependientes de esos empresarios.

Los más afectados serán los consumidores de carne de cerdo. El 20% de la carne de cerdos nacionales se destinará, como ya se está haciendo, a grupos de ricos y selectos consumidores de cortes finos y con poca grasa.

La inmensa población consumidora recibirá el cerdo estadounidense más grasoso, por el procesamiento que lleva, con los efectos de obesidad que ello produce, y por los largos períodos de congelamiento a que lo someten (hasta un año), lo cual impedirá el consumo de carne fresca.

Los chicharrones carnuditos y flaquitos, a los que están acostumbrados los ticos, costarán conseguirlos y se convertirán en producto de alto precio. El exceso de grasa de la carne de cerdo norteamericana es la que llegará en embutidos.

Está claro que el grupo, que de Costa Rica salió, de negociadores con Estados Unidos solo logró beneficios para la carne de cerdo de ese país y poco protegió la actividad porcicultura nacional. Obviamente, en esto no se benefició al pueblo costarricense.

| PORTADA | NACIONALES | SUCESOS | OPINIÓN | SOCIEDAD | OVACION | EL NORTE |
| INTERNACIONALES | SERVICIOS | USTED OPINA | PURA VIDA | ESCRIBANOS |

© 2003. Periódico Al Día. El contenido de aldia.co.cr no puede ser reproducido, transmitido ni distribuido total o parcialmente sin la autorización previa y por escrito del Periódico Al Día. Si usted necesita mayor información o brindar recomendaciones, escriba a webmaster@aldia.co.cr

EDICIONES ANTERIORES