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Nuevo líder. Federer apareció ayer a la cabeza de la clasificación mundial del tenis, tras ganar la noche del sábado el Abierto de Australia. AP
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Federer destrona
Melbourne (Australia) / EFE. Un orden nuevo aparece tras el Abierto de Australia, algo que parecía lógico al final de la temporada pasada pero que faltaba por constatar cuando Andre Agassi apareciera de nuevo en el circuito, y en su torneo favorito.
Tras la derrota de Andy Roddick en cuartos de final a manos de Marat Safin, y la posterior de Agassi en semifinales, también ante el temperamental ruso, la clasificación mundial señala ahora al suizo Roger Federer como el nuevo rey de la lista mundial, seguido del español Juan Carlos Ferrero, con el de Nebraska en tercer lugar (Andy Roddick). En cuarto aparece el argentino Guillermo Coria y en quinto André Agassi.
La batalla por el número uno del mundo será de nuevo una constante en el 2004, con las grandes citas de Roland Garros, Wimbledon y US Open como especiales campos de batalla. Federer y Roddick tienen mayores opciones en los dos últimos grandes, mientras que el valenciano tendrá que defender las suyas, y los puntos ganados en el 2003 al salir campeón en la tierra de París.
Andy Roddick está seguro de que pocos jugadores osarán inquietarles en sus respectivos reinos y que el guión está establecido así, pero también se preguntó que sucederá si otros como Lleyton Hewitt y el recuperado Safin, vuelven a la carga con la fuerza de antaño.
Todo terreno
Federer tiene tan solo 22 años, al igual que Roddick, y Ferrero a punto de cumplir 24. Entre ellos ya suman cuatro títulos del Grand Slam, con el suizo en ventaja tras unir al de Wimbledon del 2003 el conseguido en Melbourne el domingo.
Federer parece disponer del mejor juego para triunfar entre ellos. No en vano el pasado año sumó seis títulos en tres superficies diferentes: Marsella, Dubai, Viena y Copa Masters en Houston en dura, Munich en tierra, y Halle y Wimbledon en hierba, demostrando que su versatilidad puede hacer estragos en cualquier tipo de pista.
Pero la temporada es larga y las dudas se ciernen a medida que el duro calendario se extiende. El propio Federer confesó que aunque él estaba en mejor disposición que nadie para ganar los cuatro grandes, no se sentía con el optimismo necesario para darlo por hecho, sabiendo lo difícil de la empresa.
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