Martes 3 de febrero, 2004. San José, Costa Rica.



 

El hambre

Marcela Dumani

La humanidad ha logrado avances increíbles en muchos aspectos. Hasta ha podido llegar a otro planeta y pensar en hacerlo habitable. Pero desgraciadamente, aún no ha resuelto el problema del hambre, que tiene mucho que ver con la distribución de la riqueza.

Según datos de la FAO, seis millones de niños menores de cinco años mueren como consecuencia del hambre y la malnutrición. Se calcula que entre 1998 y el 2000, en el mundo hubo 840 millones de personas subnutridas: 11 millones en los países industrializados, 30 millones en los países en transición y 799 millones en el mundo en desarrollo.

Pobreza y desnutrición son parte de un mismo problema. Y como señala el nutriólogo mexicano Juan Pablo Gutiérrez, “el problema de la pobreza no es algo que únicamente involucre a quienes la padecen; se trata finalmente de una situación que afecta al país en su conjunto, ya que el desarrollo no es posible en tanto que existan amplios sectores de la población que se encuentran en franca desventaja para enfrentarse a los retos de la vida. La desnutrición afecta a las personas de forma tal que puede decirse que las incapacita física y mentalmente”.

El hambre y la malnutrición afectan tanto a la persona que la padece (en especial si es un niño o una niña) como a la sociedad que la presenta.

La persona verá obstaculizado su desarrollo físico y mental, lo cual definitivamente limitará sus oportunidades en la vida; además presentará más problemas de salud y menor esperanza de vida.

Un país con población malnutrida verá reducida su capacidad de producción y, por ende, su progreso económico y su desarrollo humano.

En nuestro país habíamos logrado reducir los niveles de desnutrición de manera notable; tanto, que más bien era la creciente obesidad en la niñez la que nos venía preocupando. Sin embargo, es alarmante la última información que el Ministerio de Salud revela sobre el aumento de la desnutrición infantil.

El mayor problema se ubica en el Norte y el Sur del país, en las zonas fronterizas. Y es que el desarrollo se ha concentrado en la región central, aunque en ella hay también evidentes inequidades que provocan desnutrición.

Urge una estrategia de desarrollo para nuestras zonas rurales y urbano marginales que promueva la producción para autoconsumo, el acceso a alimentos de calidad y proyectos que traigan beneficio económico directo para la población.

mdumani@racsa.co.cr

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