Viernes 20 de febrero, 2004. San José, Costa Rica.



 

“Mis hijos, mis hijos”

Taxista recibió 18 puñaladas

Mercedes Agüero/ Al Día

“Mis hijos, mis hijos. ¿Quién les va a dar de comer a mi hijos y mi esposa?”. Era el pensamiento que daba vueltas en la cabeza del taxista Juan Gerardo Badilla, mientras intentaba defenderse hasta con los dientes del hombre que le propinó 18 puñaladas en un asalto en la madrugada del miércoles.


A las 12:30 p.m. de ayer, tras poner la denuncia en la Fiscalía Adjunta del Segundo Circuito Judicial de San José, el taxista narró a Al Día la pesadilla que por poco lo separa de sus seres queridos.


“Como a las 11 p.m., tal vez más tarde, iba por la Ave nida 7, como a 50 metros al este del Olympus, cuando un hombre me hizo la parada. Me pidió llevarlo por la Pops de Curridabat y nos fuimos. Su acento era de extranjero, me pa reció cubano, íbamos hablando del comportamiento de la gente, los lugares peligrosos y todo eso...Cuando llegamos a la Pops me pidió desviarme al sur, dimos algunas vueltas y 200 al oeste del Centro Comercial Cristal me pidió detener me.

Frené el carro y cuando lo volví a ver, tenía un puñal en la mano. Me dijo: 'Me das la plata, te cojo, o te mato'. Se me vino encima y me dio dos puñaladas en el pecho, una me to có la costilla. En ese momento reaccioné y metí las manos. Fue cuando recibí la mayor cantidad de puñaladas. Pegaba gritos, por el dolor y para que alguien me auxiliara, pero na da. Un guarda privado vio lo que estaba pasando, pero no hi zo nada.

Yo tenía las manos llenas de sangre y como pude metí las piernas para protegerme, pero recibí otras puñaladas. Traté de agarrarlo y quitarle el puñal, pero nada. Logré meter me detrás de su espalda, lo mordí y le pasé la mano llena de sangre por la cara para que lo pudieran reconocer. Abrió la puerta y me tiró al piso. Intentó llevarse el carro, pero se le apagó; entonces se fue corriendo. Intenté seguirlo, pero las piernas no me dieron y caí al suelo.

Me arrastré hasta el carro y avisé a Coopetico, pero no podía dar la dirección exacta hasta que un taxista pasó y me vio. El avisó y empezaron a llegar compañeros. Lo de la vapuleada me di cuenta en el hospital”.

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