Miércoles 25 de febrero, 2004. San José, Costa Rica.



 

Clonación exige ética

José María Penabad. Costa Rica presenta un proyecto de resolución en la ONU que alienta la ética como soporte principal frente a la duplicidad de seres humanos, mediante el proceso de clonación.

Óscar Wilde expuso en “Dorian Grey” un anticipo de la versión eterna de la persona. La simple novela asoma hoy como realidad posible en el laboratorio científico. Y Costa Rica se adelanta a dejar sentada la responsabilidad moral de los gobiernos en los altos estrados de las Naciones Unidas.

El proyecto costarricense responde a un hondo sentimiento nacional a favor del espejo de la familia y en pro de la dignidad de las gentes.

Existe un Derecho Universal y una secuencia de resoluciones internacionales que amparan tan legítima posición tica. Persistir por esa vía, para un pensamiento uniforme en el mundo, combina una tarea de vigilancia y una demostración de sostenida defensa de la virtud excelsa de la Creación: el honor del hombre y su alma. Solo una, de las dos partes indisolubles, respeta la clonación (... pero el honor/ es patrimonio del alma/ y el alma solo es de Dios…).

Stalin no tuvo tiempo de enterarse de la evolución de las ciencias biológicas. Habría sido aconsejado por sus corifeos para ensamblar una copia al carbón de su aniquiladora personalidad. Sin embargo, el “genio” de Corea del Norte y sus parientes viven el presente, que es tentador, en cuanto los aduladores de turno engatusen las vanidades. ¡Qué gran obra de ficción en ciernes!

La clonación, práctica con fines de reproducción, rompe los esquemas que conducen a una Humanidad mejor. Es un divertimento científico. Un “yo puedo”, presuntuoso y desafiante. Una Torre de Babel en el orden de la soberbia. No se ha podido vencer el monstruoso reto del cáncer, sida y tantas graves enfermedades que afectan a los humanos, pero la genética avanza hasta consolidar el otro yo de cualquier hijo de vecino.

Clonar, sencillamente, conlleva crear estructuras genéticamente idénticas. ¿Qué ilusión acompaña al avance normal de la civilización cuando se frena el relevo generacional, merced al golpe de repetir el pasado?

Hay justificaciones que confunden aún más. Trasplantar al enfermo y reparar miembros dañados es el impulso que anima la primera versión de clonar. Movilizar una reserva de repuestos, incluso hasta trasplantes de órganos.

Nadie puede impedir que indeterminado laboratorio se aventure a eternizar a la persona, cuando la ética de la investigación médica está en los niveles del capitalismo salvaje, lejos de principios humanos de solidaridad.

El Vaticano, hace un mes, acusó de genocidio a la industria farmacéutica mundial, por los altos precios que imponen a los medicamentos en los países pobres. En el 2002 facturaron ganancias por $517 mil millones. Y solo en Kenia mueren 400 personas al día, víctimas de sida. Y hay 25 millones de personas seropositivas en África con el riesgo de morir, recuerda Juan Pablo II.

Bienaventuradas las luchas en favor de la dignidad humana, vía por donde transita el espíritu que emana de la Casa Amarilla, según se ejemplariza. .

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