Miércoles 25 de febrero, 2004. San José, Costa Rica.



 

La basura del rey tín

Ovidio Muñoz. El rey tín es el dueño verdadero de los canales ticos.

Es invisible, pero poderoso. El jefe de jefes, el mandamás. Su palabra es la ley.

De manera silenciosa, pero con muchos aliados en las televisoras, ha ido ganando terreno para su causa, que no es necesariamente la de la mayoría, aunque es de ella que se nutre.

Vive gracias a la gente, pero con mucha facilidad le pisotea su derecho a ver programas de calidad y solo le ofrece lo peor de lo peor traído de otras tierras.

Nadie lo cuestiona. Él dice cuánta basura se importa y a qué hora se transmite.

El rey tín decide cuántas gordas bellas, amores reales, grandes hermanos, rosas lindas, inútiles, gatas salvajes, trapos sucios, sexos en guerra y orejas chismosas se adueñan de nuestra maltrecha pantalla chica, saturada de lo que México y Venezuela esparcen por el mundo.

Con el dominio del rey tín se ha multiplicado la “telebasura”, término creado no sé dónde (pero acertadísimo) para aplicarse a todos esos malos productos que a diario llenan los teles del planeta.

Costa Rica, ya lo hemos notado, no es la excepción. En muchos, muchísimos años, este país no había tenido una oferta televisiva tan mala como la actual.

La culpa entera es del rey tín y de sus súbditos que, para conquistarlo, le cumplen cualquier capricho.

Ante las palabras del rey tín, los de abajo solo tenemos como arma el perillazo.

Sin embargo, éste resulta inútil en casi todos los casos, pues uno puede pasar saltando de canal en canal sin hallar nada valioso. ¿Verdad que le ha pasado?

Pero por dicha existe el cable, caro, pero necesario cuando se trata de huir de tanta “telebasura”. Claro, tampoco exageremos, que el cable no es la solución completa.

Sin embargo, al menos hace más fácil –y hasta instructivo y placentero– el rato frente a la famosa caja mágica.

Solo con él es posible pasarle por encima a la pésima oferta nacional y con la conciencia tranquila, que de nada bueno se pierde uno.

Y el asunto, lejos de mejorar, parece ir de mal en peor. Así que ya sabemos cómo andará nuestra tele en el futuro.

La solución está en dos partes: la derrota del rey tín o su alianza con la calidad, que pocos en Costa Rica han descubierto.

Pero, mientras llega ese gran día, uno solo piensa en brincar al cable, agarrarse con fuerza y tratar de alejarse a toda velocidad de este reino del rey tín, donde lo bueno está a punto de extinguirse.

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