Saber renunciar
Hace unos días atrás, escuché a una persona decir: “en mi vida he podido lograr lo que he querido, pero no podré sentirme del todo realizado hasta que mi papá me quiera tal como soy”.
Los deseos cumplen un papel de suma importancia en nuestra vida, pues son su motor, su impulso primario. Ésta tomará el rumbo que nuestros propios deseos le impongan. Si sabemos con certeza qué es lo que queremos y luchamos hasta alcanzarlo, obtendremos como resultado profundas satisfacciones.
Sin embargo, también podemos desear algo que nos puede llevar a sentirnos frustrados/as durante muchos años, incluso durante toda la vida. Tal es el caso de las personas que siempre han anhelado que alguien muy importante para ellas diga o haga algo que les haga sentir aprobadas y queridas.
Los seres humanos experimentamos, cuando somos niños/as, la necesidad de sentirnos pertenecientes y aprobados/as por el grupo familiar. Por desgracia, no son pocas las veces en que los/as adultos/as que rodean al niño/a no son capaces de hacerle sentir de esta manera. Lo anterior hace que éste/a inicie la búsqueda de aprobación para intentar hacer desaparecer los dolorosos sentimientos de soledad y rechazo que comúnmente resultan de esta situación.
Esta búsqueda de aprobación hace que muchas personas hagan hasta lo imposible por obtenerla, y que se sientan verdaderamente mal cuando no lo logren. La manera de superar esto radica en saber renunciar a ese deseo.
Psicólogos/as especialistas en desarrollo humano han planteado que la persona adulta está capacitada para satisfacer por sí misma aquellas necesidades que durante la infancia solo podían ser satisfechas por otras.
Es decir, que podemos aprender a darnos la aprobación, el reconocimiento y el apoyo que necesitamos, lo que además es un indicador de un adecuado nivel de madurez emocional.
Aunque la aprobación de nuestro entorno es muy gratificante, no debemos depender de ésta para sentirnos bien con nosotros/as mismos/as. Saber renunciar a estos deseos implica liberarse de esa búsqueda perenne e infructuosa, para poder así dedicar más tiempo y energía a disfrutar de los beneficios de una mayor independencia emocional.
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