Martes 6 de julio, 2004. San José, Costa Rica.


 


 

Punto y aparte

La sublevación de Presbere

Vladimir de la Cruz

El domingo se cumplió un año más del asesinato del cacique de Talamanca, Pablo Presbere, quien encabezó uno de los episodios más dramáticos y de mayor resistencia a la dominación española en Costa Rica.

El 28 de setiembre de 1709, se levantó contra el aumento de tropas para la región de Talamanca. Su rebelión no fue la primera, ni tampoco la última, contra la presencia de los elementos invasores de las tierras, pues hubo varias insurrecciones en Talamanca y en otras zonas.

Más de una decena de pueblos participaron en la rebelión jefeada por Presbere. Desde Chirripó hasta la Bahía del Almirante, en Bocas del Toro, se pusieron en pie de lucha las comunidades de los Cabécares, Bribris, Borucas y Teribes, entre otras.

No importaba la diferencia en los medios de guerra. Eran suficientes la renuncia a ser sometidos y el coraje de saberse libres en sus tierras.

Presbere defendió su territorio y sus riquezas frente a los invasores que querían apropiárselos. Luchó contra los malos tratos y vejámenes a que eran sometidos los indígenas, con el fin de salvar sus valores culturales y religiosos, amenazados y destruidos por España.

Se sublevó contra la captura de indígenas que se hacía para llevarlos como mano de obra a las encomiendas en el interior del país.

Talamanca había sido asediada directamente por el poder militar español. Cuando éste fracasó, se sustituyó por la penetración religiosa. Por eso, las sublevaciones indígenas atacaban a los misioneros, pues representaban esa dominación, y las misiones religiosas se acompañaban de soldados.

Para los indígenas, no había diferencia entre los soldados y los curas, entre los que representaban la estructura de poder político y militar y quienes dentro de ellos eran civiles.

La lucha solo permitía distinguir entre quienen querían oprimir y quienes se resistían, entre quienes querían apropiarse de los indígenas y quienes los defendían, entre quienes imponían valores extranjeros y quienes defendían lo propio.

En la región, Presbere tenía fama de su valor, bravura y carácter indómito. Para enfrentarlo, trajeron de Guatemala apoyo militar.

Por Boruca y Chirripó, contando con indígenas ya sometidos, pudieron capturar a Presbere, a varios caciques que lo acompañaban, y a más de 700 indígenas, que fueron trasladados a Cartago para repartírselos entre oficiales y encomenderos.

Presbere fue torturado, pero no pudieron doblegarlo ni lograron en sus interrogatorios que comprometiera a otros caciques. Asumió toda la responsabilidad de la sublevación.

Se le condenó a muerte por arcabuz y, el 4 de julio de 1710, se cumplió la sentencia contra el Gran Cacique. Fue decapitado. Su cabeza se exhibió públicamente durante 15 días para amedrentar a los insurrectos y quebrar su voluntad de resistencia.

En los años siguientes hubo más rebelión. Talamanca no fue doblegada.

La Asamblea Legislativa declaró el 4 de julio como el Día de Presbere, “Defensor de la libertad de los pueblos autóctonos de Costa Rica”, y su imagen se colocó en la Sala de los Grandes Héroes.

Su ejemplo no se debe olvidar.

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