Jueves 3 de junio, 2004. San José, Costa Rica.


 


 

 

Perspectivas

Justicia y caja

José Meléndez

La decisión de un juzgado penal de San José, de dictar ayer una serie de medidas cautelares en contra de los directivos de la Caja del Seguro Social, es un hecho sin precedentes en la historia de las juntas directivas de las instituciones estatales de Costa Rica. Nunca antes ninguna junta directiva en pleno, y en funciones, ha sido separada de sus cargos por orden judicial, en medio de lo que aparenta ser una profunda investigación del Ministerio Público sobre las presuntas irregularidades en esa entidad estratégica del aparato estatal costarricense.

¿Cuáles son los hechos tan graves ocurridos en la Caja, que ameritan que una autoridad del Poder Judicial adopte acciones drásticas con respecto a una institución autónoma del Poder Ejecutivo? ¿Qué ha descubierto ese juzgado, como para asumir una posición que, sin duda, merece el aplauso de todos los costarricenses?

Por supuesto que muchos compatriotas se estarán lamentando, por ejemplo, de que acciones similares no hayan sido adoptadas, a tiempo y sin miedo, en torno al ahora desaparecido Banco Anglo Costarricense o a algunos de los fondos de Emergencia y Contingencia y demás casos de corrupción, que desde hace casi 20 años han sacudido al país. Todos están marcados por pérdidas millonarias que, al final de cuentas, debieron ser pagadas por cada uno de los ticos, convertidos en víctimas de lo que ha sido un verdadero asalto a las arcas estatales.

Es probable que el espectáculo de la corrupción en Costa Rica no tenga el tamaño o el monto--en millones de dólares--que el que hace años saquea, por ejemplo, a México o a Venezuela, pasando por Argentina y otros países latinoamericanos. Pero al final de cuentas es un espectáculo bochornoso que poco tiene que envidiarle a las mafias de los Salinas de Gortari, los Alemán, los Ménem y los otros apellidos famosos que se lanzaron sin misericordia, en una piñata de robos y desenfreno, siempre en alianza con poderosos sectores empresariales.

Ya son muchos los escándalos que hacen fila en la colección de los repudiables hechos corruptos en Costa Rica. Son actos pintados de verde y blanco, de azul y rojo, de celeste y blanco o de un rojillo medio desteñido.

Por eso, el país aplaude que la justicia actúe con severidad. Aquí no caben las ya cansadas, gastadas y tristes ocurrencias de que un duende hizo o deshizo. Con cualquiera de nuestras manos, los ticos sabemos muy bien mezclar los dedos índice, pulgar y corazón para responder a las historias de los duendes.

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