Voz del Defensor
MÁQUINAS TRAGAMONEDAS José Manuel Echandi
Pequeños supermercados, sodas, bares, farmacias y comercio en general albergan máquinas de juegos de azar, sin que nadie supervise la edad de quienes las utilizan y el horario de su funcionamiento.
La aparición de estas máquinas ilegales deja claro que, en nuestro país, no hay ninguna autoridad que controle la actividad de tan perjudiciales aparatos.
Escuchamos que alguna municipalidad está regulándolos, pero no podemos perder de vista que contamos con 81 gobiernos locales que, hasta la fecha, no han tomado las acciones correspondientes para fiscalizar este tipo de comercio que fomenta el azar y el ocio entre nuestros niños.
Es preocupante ver a menores de edad involucrándose en una actividad que, además de ilegal, puede producir un efecto negativo en el comportamiento de las personas.
En este caso es evidente que, mediante máquinas llamativas por sus colores, sonidos y luces, se induce a los menores a que se inicien en la peligrosa actividad de los juegos de azar.
Estos artefactos, en apariencia inofensivos, son la antesala de la adicción al juego ilegal, lo que se traduce en un problema ético y de buenas costumbres, pues de esa manera se estimula el ocio y se aleja del trabajo a las personas, acercándolas más a la adquisición del dinero fácil y a la pérdida de valores.
No puede ser que cada esquina de nuestro país se convierta en un casino clandestino, y que nuestros niños y adolescentes sean tentados con actividades ilegales que podrían dañarles.
Y, lo más grave, tampoco puede ser que ante esta situación no actuemos en forma enérgica, oportuna y eficaz.
Por eso, insto a todas las autoridades para que unamos esfuerzos e intervengamos activamente en la lucha contra este tipo de comercio, que no produce ningún beneficio a las personas y lleva a la pérdida de valores en nuestra sociedad.
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