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Hijo de San Rafael de Oreamuno, el sacerdote Mínor Calvo enfrenta hoy un pasaje crítico de su vida.
/Al Día
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Lágrimas de sangre Magally BATISTA C. mbatista@aldia.co.cr
“Me duele lo que le está pasando al padre. Gracias a Dios que su papá no está vivo, porque hubiera llorado lágrimas de sangre...”. Así habla doña Ligia Campos, directora de la escuela Monseñor Sanabria en el tiempo en que el sacerdote Mínor de Jesús Calvo Aguilar cursaba la primaria.
Su lamento, de educadora pensionada, se escucha al igual que el de la familia del sacerdote, profundamente religiosa, al ver a a uno de sus 14 hijos involucrado en uno de los peores casos criminales en la historia del país: el asesinato del productor radial Parmenino Medina, el 7 de julio del 2001.
El padre Mínor Calvo --dice la Fiscalía-- es unos de los supuestos autores intelectuales de la muerte de Medina.
El sacerdote y su familia lo rechazan con vehemencia y, entre quienes le conocen, hay mezcla de incredulidad y dolor.
Según la resolución del juez penal de Heredia, Víctor Manuel Mora, que acepta la prisión preventiva contra Calvo, “Ante las reiteradas críticas del programa La Patada y la negativa del ofendido a dejar de transmitir sobre el tema referido los coindiciados Calvo Aguilar y Chaves Mora, le pidieron al imputado Jorge Castillo Sánchez que les consiguiera un contacto que les pudiera buscar un grupo de sicarios para darle muerte lo más pronto posible al señor Parmenio Medina Pérez”.
El presidente de la Conferencia Episcopal, Francisco Ulloa, quien fuera formador del sacerdote en el Seminario, reconoció: ”Me inquietaba ese activismo del padre, que, si él no lo controlaba, era peligroso”.
“Fue espantoso”, recuerda su hermana, Sor Inés Calvo, al referirse a las imágenes de televisión que mostraron al sacerdote detenido y esposado la mañana del 27 de diciembre.
Muchos de sus vecinos se muestran incrédulos, como sorprendidos siguen algunos de sus formadores.
Al Día reconstruyó en las últimas semanas,
con parientes, amigos y formadores del sacerdote, pasajes
de su vida, de su carrera y de esta última y
controversial etapa.
Fogoso, inquieto, capaz de convencer con facilidad, desde pequeño. Carismático y caritativo en su juventud. Activista excesivo en el Seminario. Quienes lo conocen, creen que no supo controlar sus dotes de liderazgo en su madurez sacerdotal.
Quienes le conocieron de niño, adolescente y mayor lo aprecian, pero hay otros que no dejan de recordar que les preocupaba su protagonismo, como cuando estuvo en el Seminario Central.
Allá, en San RafaelComo cualquier otro muchacho, por los años setenta, Calvo jugaba a las mejengas en su Oreamuno natal. Pero cada tarde, de un momento a otro, y sin dar explicaciones, se retiraba del juego. Eso ocurría casi siempre cerca de las 5:30 p.m. Dejaba el juego y corría hacia su casa. Para llegar a tiempo. Ahí lo esperaba su madre, Esperanza Aguilar y su padre, Francisco Calvo, un agricultor respetado de la comunidad, que les enseñó a sus hijos a rezar el rosario a las 6 p.m.
“Sí, así recuerdo a Mínor. Tendría unos 10 o 12 años", nos dice doña Olga Alvarado, vecina de la familia de toda una vida. Ella enfatiza la puntualidad con que rezaban el rosario la familia Calvo Aguilar.
“A él le gustó estar siempre en la Iglesia; desde pequeñito se hizo monaguillo. Fue un muchacho recto y estudioso. Su juventud fue como la de todo joven; estuvo en el Colegio Monseñor Sanabria y tuvo novia. Cuando llegó a San Rafael un padre carismático, conocido como “Llaverito”, la familia intensificó su participación en actividades de la iglesia”.
El apego a la religión Católica de los Calvo Aguilar es toda una herencia. “La religión es una tradición que se transmite. Mis abuelos vivieron aquí. Mi abuela Inés era líder en la Parroquia. Dirigía la Cofradía del Carmen, la Cofradía del Sagrado Corazón. Era una mujer de oración”, nos dice Sor Inés (Nota adjunta). Travieso y líder “Mínor era un líder, hiperactivo y travieso. Cuando se hizo sacerdote fue una gran alegría para la comunidad. Le regalamos sus ornamentos para que se ordenara. Era un padre que, desde que estaba en el Seminario, ya se le sentía un gran carisma y un don de llegar a la gente, pase lo que pase. Es un don que Dios le dio, no es payasada”, comenta Alvarado quien hace una pausa y nos presenta a Rubén Aguilar, tío del padre Mínor.
“Lo conocí de pequeño. Era andariego. De joven siguió igual. Luego me hice cristiano y nos apartamos. Cuando era pequeño llegaba a la casa de la mamá llorando y luego como si nada. Desde pequeño fue muy chispa”, dice don Rubén.
Doña Luisa Pacheco, otra vecina, lo recuerda por su prédica. “Tiene muy buena oratoria. Era una criatura caritativa; apenas sabía que una persona tenía necesidad, me decía que le llevara algo. Siempre fue sencillo. Recuerdo que una vez le dije al padre que tenía ganas de salir y de no volver a la casa y él me dijo que si me iba quién llevaría a Jesús a la casa”.
Ninguno de esos recuerdos iba a suponer que, años más tarde, ese hijo del pueblo estaría siendo investigado, perseguido e indiciado por el caso criminal más polémico de la última década.
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“Fue algo tan espantoso”, dice Sor Inés respecto al día de la detención de su hermano. El 17 de febrero nos recibió en su casa en Cartago, ella guarda una carpeta con mensajes de apoyo al padre Mínor. José RIVERA
/Al Día
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“Esto es un martirio” Mercedes AGÜERO maguero@aldia.co.cr
Sor Inés de Jesús Calvo confiesa que la ordenación de su hermano Mínor, aquel 29 de noviembre de 1988, fue lo más grande que le pudo ocurrir a su familia.
“Veníamos en el bus. Sonaba la pitoreta y la gente salía a la calle. Todo el mundo se tiró afuera. Llegamos a la Iglesia y, qué sorpresa, estaba llena, llena... aquello fue impresionante”, recuerda.
Tres minutos después sus ojos se humedecen. “Nuestros corazones están rotos...no hay palabras para describir el do or que mi madre siente...y el dolor que nosotros todos los días sentimos por Mínor. Es un martirio incruento”.
En su casa, la casa de los abuelos maternos ubicada San Rafael de Oreamuno y que los vio crecer apegados a una tradición profundamente cristiana hoy se mezcla el dolor y la esperanza.
De los 14 hijos de doña Esperanza Aguilar y Francisco Calvo, Mínor de Jesús fue el último, el cumiche, el chineado. “Mis papás le pusieron así como una forma de consolarse por el dolor que les había ocasionado la muerte de Mínor de Jesús otro de los hijos”, recordó la hermana.
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El “cumiche” El padre Mínor disfrutó a plenitud el cariño de sus padres y hermanos. Aquí con su padre, el papero, Francisco Aguilar. /Al Día
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EstrictoSus padres, además desarrollaron estrictas normas de conducta que debían ser acatadas sin excepción.
Por ejemplo, recuerda la religiosa, nadie se iba a la escuela sin la oración. El rosario se rezaba todas las noches, el viernes La Santa Pasión y el domingo el Trisagio.
Mínor nació cuando su madre sobrepasaba los 42 años. Hoy a sus 84 y con una quebrantada salud, doña Esperanza ha ido a visitarle a la cárcel.
Aunque en algún momento expresó su deseo por estudiar veterinaria, la vocación de Minor estaba escrita sobre piedra.
Muy joven se incorporó a un grupo de Renovación Católica de la comunidad.
Para ese momento Sor Inés tenía 21 años y Mínor estaba en sexto grado. “Cuando yo estaba alistando la valija para irme al convento, Mínor dijo: “Mami, si Inés se va al convento, yo me voy para el Seminario”. Lo recuerdo claramente, andaba con el chalequillo azul y un pantaloncito corto.
Le dije: “No, chiquito, usted no va a ir a ningún seminario. Si es cierta su vocación, va a ir cuando pase el bachillerato”.
Mínor entró al Colegio Agropecuario, actualmente, Liceo Braulio Carrillo de San Rafael.
En 1983, el mismo año en que el Papa Juan Pablo II visitó el país, entró al seminario.
A partir de su ordenación, afirma la religiosa, se gesta un vínculo espiritual muy fuerte entre los dos.
¿Y Radio María?
“Radio María fue una bendición como el resto de lo que hizo”. “Y, si por solo una alma que se salvara valió la pena todo este sufrimiento; bendito sufrimiento porque ha sido un sufrimiento redentor”.
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Monseñor Francisco Ulloa, presidente de la Conferencia Episcopal y Obispo de Limón, recuerda los días en que Calvo se formaba como sacerdote en el Seminario Central. “Esa facilidad de palabra, si no la equilibraba y manejaba bien, podría traerle consecuencias”. Rafel PACHECO
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"Ese protagonismo..." Magally BATISTA CALDERÓN mbatista@aldia.co.cr
“El padre Mínor Calvo ha tenido liderazgo, el problema está en que, tal vez, no lo orientó bien. Creo que a él se le fue la mano un poquito, no controló bien esos dones, ese carisma que tiene. Eso le trajo consecuencias que, desgraciadamente, hoy estamos viendo”, comenta Monseñor Francisco Ulloa, Obispo de Limón y presidente de la Conferencia Episcopal.
Monseñor Ulloa conoce al padre Mínor; fue rector del Seminario Central durante el tiempo en que Calvo Aguilar se formó como sacerdote (1983 a 1988).
“Estuve con él en el Seminario, durante toda su formación sacerdotal, que fueron 6 años. Ingresó a los 14 años en 1983 al seminario y se ordenó como sacerdote diocesano el 29 de noviembre.
“Le gustaba estar en muchas cosas, tenía una espiritualidad profunda porque él se había formado, de cierta manera, con un grupo de Renovación Carismática allá en su parroquia de San Rafael de Oreamuno.
“Mínor es una de esas vocaciones que surgió de un grupo de renovación espiritual carismática. Él tenía también una capacidad de relaciones humanas muy buenas, jovial y de una fácil palabra. Con sus compañeros se llevaba bien.
“Tenía muy buenas relaciones con los seminaristas. Dio muestras y signos positivos de que era llamado al sacerdocio por el Señor y él respondió a su vocación. Como todo muchacho, y por su personalidad tan inquieta, de vez en cuando era un poco indisciplinado, pero eso no quiere decir que sea algo que le haga sombra.
“A veces, en tiempos de silencio, se le oía con sus chistes o conversando, eran indisciplinas mínimas, porque si hubiera sido algo grave las cosas hubieran sido diferentes. Fuera de eso, durante los 6 años que pasó en el seminario, de formación filosófica teológica para sacerdocio, fue un buen seminarista.
“Creo que en sus primeros años sacerdotales lo hizo bien, siempre organizaba campañas o actividades para ayudar a los más pobres, también tiene una gran capacidad de convencer y motivar a la gente”.
Requería control“Me inquietaba ese activismo del padre, que si él no lo controlaba era peligroso. También esa facilidad de palabra, si no la equilibraba y manejaba bien, podría traerle consecuencias. Él trataba de centrar mucho en él, de llamar mucho la atención. Yo le aconsejaba que él debía de poner de su parte. Por lo menos, en el Seminario notábamos que él se esforzaba”, recuerda Ulloa.
“Hay que reconocer que tiene cualidades y que como sacerdote lo ha hecho bien, pero en ciertos momentos ese protagonismo, tal vez, no lo supo manejar adecuadamente. Se metió en obras que rebasaron sus posibilidades”.
Ulloa agrega: “somos solidarios con él, sin que nosotros afectemos el proceso investigativo. Los jueces tienen toda la libertad para seguir con el caso, eso sí, con justicia. Será el Arzobispo el que decida sobre el camino que le sigue al padre en la Iglesia”.
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El padre Minor Calvo fue detenido el 27 de diciembre en un hotel en Liberia y permanece en prisión preventiva. José RIVERA
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Calvo, Chaves, Radio María, según el juez Fuente: Expediente 0121-04059PE, Juzgado Penal de Heredia, caso Parmenio Medina.
Las relaciones del empresario Omar Chaves y del sacerdote Mínor de Jesús Calvo Aguilar en la desaparecida Radio María, así como los cuestionamientos hechos por Parmenio Medina en su programa “La Patada”, derivaron, según la resolución judicial en el incidente de la muerte del periodista.
Según el juez Víctor Mora, “a partir del 1 de marzo de 1999, la emisora Radio María de Guadalupe, dirigida por el acusado Mínor Calvo, comenzó a transmitir. El subarrendamiento del imputado Omar Chaves, a Mínor Calvo, se dio con el propósito de encubrir una serie de presuntas estafas a los fieles de la Iglesia Católica, seguidores del último, dada su investidura de ministro religioso. Mínor había desarrollado un enorme carisma a través de los otros medios de comunicación...”.
“El ardid consistió en poner la emisora al frente de la campaña cotidiana de recolección de fondos para “comunicar mensajes de paz, evangelizar a las familias, impartir el don del amor a los matrimonios, orientar a los jóvenes, servir a los más pobres y dar consejo a quien lo necesite”; pero en realidad, la mayoría de los fondos recaudados irían al patrimonio del autor de esas acciones, Mínor Calvo, y del cómplice Omar Chaves. Cuentas millonarias “Grandes cantidades de dinero –se calcula que pueden ser más de doscientos millones– habrían ingresado a las arcas de Radio María, así como bienes muebles donados. No obstante, el informe 271- DEF-322 -01/02 de la sección de Delitos Económicos y Financieros del OIJ, del 17 de julio del 2002, indica que de un análisis a cuatro cuentas corrientes de los bancos de Costa Rica y Nacional, en colones y dólares, a nombre del Mínor Calvo y Radio María de Guadalupe, recibieron en un periodo de 30 meses (entre febrero de 1999 y julio del 2001) esas cuentas recibieron depósitos por un monto aproximado ¢1.268 millones, para un promedio mensual de ¢42,2 millones.
“Según el acuerdo de Mínor Calvo y Omar Chaves, no se llevaron los registros contables que justificaran los ingresos y egresos de dicha emisora”.
“Chaves percibía muchos de esos ingresos y posteriormente le daba una cantidad a Calvo, o bien éste los recibía haciendo giros de hasta ¢100 millones.
“A principios de agosto de 1999, el ofendido, Parmenio Medina, fue informado acerca de los malos manejos de fondos en la radioemisora. A Medina también se le informó del financiamiento dudoso de dicha radio por parte de Chaves, a quien se le señala de tener injerencia directa en las decisiones que se tomaban en el giro comercial y percepción de recursos de la emisora.
“Cuando comenzaron las denuncias, en setiembre de 1999, Omar y Mínor discutieron la posibilidad de llegar a un acuerdo económico con el ofendido para que éste detuviera las críticas en su programa”.
“Ante la reiteración de las críticas del programa La Patada y la negativa del ofendido a dejar de transmitir sobre el tema referido los coindiciados Calvo Aguilar y Chaves Mora, le pidieron al imputado Jorge Castillo Sánchez que les consiguiera un contacto que les pudiera buscar un grupo de sicarios para darle muerte lo más pronto posible al señor Parmenio Medina Pérez”.
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