Perspectivas
Los Bush y Aristide José Meléndez
Jean Bertrand Aristide, el depuesto presidente de Haití que ahora está gritando desde África que fue víctima de una ilegal maniobra diplomática, política y militar de Washington y París, no es santo de la devoción de la poderosa familia Bush, de Estados Unidos.
En setiembre de 1991, durante la presidencia de George Bush padre, Aristide fue derrocado por primera vez por un golpe de estado que, con anuencia de la Casa Blanca, ejecutaron tres piezas claves de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en Puerto Príncipe: Raoul Cedrás, Philippe Biamby y Michel Francois.
Cedrás, Biamby y Francois integraban una tercera generación del duvalierismo, fundado por Francois “Papa Doc” Duvalier en 1957 y continuado por Jean Claude “Baby Doc” Duvalier en 1971, siempre con la bendición de la Casa Blanca.
Entre febrero de 1986, con la caída de “Baby Doc”, y febrero de 1991, con el ascenso de Aristide a la presidencia tras las primeras elecciones libres y honestas, Haití fue gobernado por los mismos que, a sangre y fuego, sostuvieron en el poder a Jean Claude, hasta que se produjo una ruptura político-económica por muchas razones, entre ellas raciales. Es decir, un duvalierismo sin Duvalier.
Y apenas ocho meses después de jurar como Presidente, Aristide fue derrocado para que el país quedara en manos de lo que entre 1991 y 1994 se conocía como el neo-duvalierismo o las nuevas “roscas” de ese régimen despótico que, siempre con apoyo de Washington, impuso terror y muerte desde 1957.
Y derrotado Bush padre por Bill Clinton en noviembre de 1992, resurgió la esperanza de que, finalmente, Estados Unidos entendiera que debía divorciarse, para siempre, de todas las generaciones duvalieristas y apoyar la construcción democrática en la isla.
Fue así como, a bordo de un helicóptero norteamericano y luego de vivir tres años en Estados Unidos, hechizado por el “jet-set” de Washington, Aristide retornó al Palacio Presidencial en octubre de 1994, a menos de un mes de que el país fuera ocupado por tropas estadounidenses y Cedrás, Biamby y Francois fueran convencidos por la CIA de que aceptaran entregar el poder. El expresidente James Carter fue clave en el retorno de Aristide.
Pero la historia no acabó allí: Bush hijo (lo dice Aristide y lo repiten connotados dirigentes políticos de Estados Unidos) se encargó de darle el empujón final al presidente haitiano (quien asumió en febrero del 2001). Otra vez un Bush sacaba a Aristide, mientras un grupo de “rufianes” y criminales de lo que es una cuarta generación duvalierista, emergía como “salvación democrática”. Y entre Aristide y esos pandilleros, Bush apoyó al duvalierismo sin Duvalier.
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