Lunes 29 de noviembre, 2004. San José, Costa Rica.


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Campeonato Nacional 2004-2005


 

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Vistazo

Amenazas de Mr. Zoellick

José Luis Vega Carballo

Esta vez le tocó a República Dominicana sentir el garrote de Mr. Robert Zoellick, ministro de Comercio norteamericano, igual al que lanzó contra Costa Rica el año pasado, si nuestro Gobierno no abría el negocio de las telecomunicaciones a los grandes monopolios transnacionales.

En el caso dominicano, la amenaza es la misma: la isla quedará fuera del TLC con Centroamérica, si no elimina un impuesto a la importación de sirope de maíz producido por compañías norteamericanas del subsidiado lobby azucarero, que se resisten a competir y tributar debidamente en el mercado regional.

Esto representa un claro indicio de los costos políticos, fiscales y sociales que podría acarrear el restringido acceso de nuestros productos agrícolas al mercado estadounidense.

En materia azucarera, las 99 mil toneladas métricas (TM) acordadas en el TLC para nuestros productores equivalen, según el Departamento de Comercio (Trade Fact, enero 26, 2004), a 1,1 por ciento del consumo anual de 8,1 millones de TM en Estados Unidos, y a la producción de un día de sus empresas azucareras, que representan tan solo un 0,5 por ciento del total de fincas o farms.

Las importaciones azucareras alcanzan 1,1 millón de TM, 300 mil menos del límite fijado por leyes proteccionistas del Congreso, razón de que la ínfima cuota asignada a nuestros países calce cómodamente dentro del monto y no se haga sentir en el mercado norteño.

Sin embargo, a cambio de tan limitados accesos al mercado norteamericano, hace poco hubo que aceptar medidas extremas en el TLC, como la apertura de instituciones (el INS y el ICE en nuestro caso) y la renuncia total a fijarle impuestos al comercio exterior, un elemental instrumento de política económica sin el cual quedaríamos totalmente maniatados a futuro, con más déficit fiscal y menos programas sociales.

Mientras, Washington se reservó un vasto menú de garrotes, en forma de subsidios, tasas, leyes y normas internas que el TLC no derogará, al ser éste para Estados Unidos un simple acuerdo o ley interna, y no un tratado internacional o ley suprema capaz de eliminarlos, según lo exige la Convención de Viena.

Al respecto, la experiencia de los floristeros nacionales fue aleccionadora. Ilusionados estuvieron por Comex de que, con el TLC, exportarían flores con tallos mayores de 18 pulgadas y arreglos florales, hasta ser notificados de que una ley federal norteamericana, imposible de derogar por el supuesto tratado, impedía colmar su sueño y lucha de 10 años.

Lo anterior demuestra que el TLC dejaría intactas en Estados Unidos muchísimas barreras y amenazas al comercio verdaderamente libre, en manos de quienes nos recetan liberalizaciones y aperturas desde el Norte, pero al estilo de burro amarrado contra tigre sueldo.

Echemos, pues, en nuestro saco antes de que el Gobierno y su propaganda reforzada con $700 mil de ayuda norteamericana nos embarquen en otra pésima aventura sin retorno, y nos expongan aún más al garrote de Mr. Zoellick.

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