Viernes 1 de octubre, 2004. San José, Costa Rica.


Campeonato Nacional 2004-2005


 

Imágenes del concierto en El Palacio de los Deportes...

Perspectivas

Pocos, pero quedan

Antonio Alfaro

Ojalá no llegue el día en que la Selección Nacional esté toda intregrada por políticos. Algunos costarricenses consideran que deberíamos desde ya recurrir a semejante convocatoria para el compromiso contra Guatemala. “Si no ganan el partido, se lo roban”, me dijo un taxista el otro día, con ese humor que suele poner el tico para sobrellevar sus males.

Prefiero creer todavía que hay políticos de buena fe, no digamos “labriegos, sencillos”, que sería mucho pedir, pero sí con “estima y honor”. Han de quedar algunos, como los sapos dorados, una especie propia de Monteverde, vista por última vez en 1980. Deben quedar algunos, como las casas de adobe –de las cuales aún tengo recuerdos– y una pared en pie donde vivió mi abuela materna.

Deben quedar algunos, como los trapiches impulsados por un molino de agua, con las pailas hirviendo repletas de jugo de caña (avísenme si localizan alguno).

Deben quedar políticos honestos, como los trompos de madera con punta de clavo o los caballitos de palo entre los juguetes de los niños modernos. Todavía quedan algunos, como los Land Rover viejos, como los ríos cristalinos (los invito a Los Bajos de Toro Amarillo), como los televisores en blanco y negro. ¿O se acabaron ya?

Digamos que el político nace sin pecado original, como Adán y Eva, pero en el camino se encuentra la manzana prohibida mientras decide sobre la partida específica, el préstamo finlandés, el español, la compra de equipo, la consignación...

¿Qué aspirante a diputado, cuando le toca meterse la mano en la bolsa y sacar millones en tiempos de campaña electoral, no piensa recuperar sus cincos una vez sentado en Cuesta de Moras? ¡Seamos honestos! Usted, yo y cualquier hijo de vecino tendríamos apuntada por ahí la cifra que “invertimos” a mucho costo.

Querer un mejor nivel de vida no es pecado, en el político ni en el franciscano, pero todo depende del camino que tome cada quien. El honesto, sin duda, se recorre más lentamente. Otros –usted los conoce y los está conociendo– prefieren viajar en autopista, por aquello de los cuatro años que se van volando.

En días de trapos sucios, con muchos por descubrir, quisiera ver tras las rejas a todos los que nos roban, creer que aún quedan los comprometidos con esto llamado patria, y que podemos enfrentar a Guatemala con Wanchope y compañeros.

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