En defensa de mi honor Armando Vargas Araya
Protesto con todas las fuerzas de mi espíritu contra el reportaje de Al Día en el que se mezcla mi nombre limpio con elementos cuestionados en el escándalo de transferencia de fondos a gentes cercanas al operador estatal de telecomunicaciones.
Soy un profesional honesto que, en el ámbito privado, trabaja para vivir. Realicé para Alcatel el estudio denominado “Perspectivas estratégicas sobre el mercado de telecomunicaciones en Centroamérica”.
Fue una investigación minuciosa de cada uno de los siete mercados centroamericanos, que demandó más de 18 meses de trabajo en el 2002 y el 2003. Y percibí lo que en el Derecho Comercial se conoce como “simple pago a nombre de un tercero”, no de una sola vez, sino en varios abonos.
De acuerdo con el artículo 765 de nuestro Código Civil, “cualquiera puede pagar a nombre del deudor, aun oponiéndose éste o el acreedor”. Lógico es que hubiera preferido el pago directo del contratante. Aun así, como acreedor privado me di por satisfecho del pago, el contratante privado se liberó del mismo y el contrato privado quedó extinguido.
Luego de laborar de 1992 al 2001 en Europa y Estados Unidos como ejecutivo de empresas globales de comunicación satelital, ahora me desempeño profesionalmente como consultor internacional en telecomunicaciones y comunicación estratégica. En años recientes he preparado, para varios clientes, diversos análisis y estudios empresariales relativos a la evolución del mercado.
Extraña el enredo de una contratación normal con hechos cuestionados, revolviendo actos de la esfera privada con hechos de la órbita pública, cuando evidentemente son distintos. Qué bien que la prensa denuncie, pero sin confundir: cuán fácil resulta mancillar honras.
Defenderé mi honor de 36 años de periodismo y 25 años de experiencia en telecomunicaciones, en el terreno que sea necesario.
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