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Perspectivas
Dolor nacional Mónica Umaña
El país está en shock. Los políticos en los que tradicionalmente han creído los costarricenses, traicionaron su confianza, y ahora éstos les están cobrando caro sus errores. La evidencia la tiene la reciente encuesta efectuada por Demoscopía para Al Día, en la que un 64,2 por ciento de los entrevistados no quiere votar por ningún partido político.
Cuando se les preguntó cuál es su sentimiento ante los escándalos de corrupción de políticos y empresarios, un 52,6 por ciento afirmó que tenía dudas de que realmente se pueda mejorar este problema, y un 19,6 por ciento dijo que estaba muy pesimista sobre el futuro de Costa Rica, pues la corrupción se enraizado en el país.
No podemos permitir que ese sentimiento de impotencia y rabia se quede por mucho tiempo en nosotros. Al contrario, si lo que necesita nuestro país es seguir sacando a la luz pública los chanchullos y jugadas de los corruptos, lo seguiremos haciendo.
Incluso, los que nos quieren gobernar también tienen cola, y ahora se están aprovechando de la coyuntura para rasgarse las vestiduras y condenar a quienes el Ministerio Público ya tiene bajo investigación.
Sin duda, los partidos políticos, y lo que queda de sus dirigentes, tendrán que convencernos de que su candidato para el 2006 es el mejor, decente y honrado. Es nuestro deber verificar sus atestados con lupa, y estar atentos a cada movimiento que hagan.
Todos estamos igualmente asombrados con la cantidad de premios, comisiones y sobornos que pasan de mano en mano para borrar el rastro. Todos estamos también indignados con la traición de la clase política. Basta con poner atención a las conversaciones en los buses, taxis y restaurantes. La gente no sale de su asombro.
Aún estamos esperando que el remezón pase, para empezar a pensar en las próximas plazas públicas, donde Óscar Arias arremeterá contra la corrupción y defenderá la dignidad del país.
Mientras, no sabemos quién estará del lado de los socialcristianos dando la cara por el partido protagonista de los recientes escándalos.
Los ciudadanos debemos informarnos y tener una opinión crítica a la hora de elegir al próximo presidente. No podemos seguir votando por tradición familiar, pues nuestra obligación es razonar el voto.
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