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El tiranosaurio rex, de 13 metros de alto, es una de las atracciones del lugar. José RIVERA/Al Día
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¡Viva la historia!
En el Museo La Salle, fósiles y animales disecados enseñan ciencias naturales Neyssa M. CALVO ACHOY ncalvo@aldia.co.cr
Inmóviles y en un ambiente parecido al que tuvieron mientras sobrevolaban o discurrían la Tierra en libertad, cientos de animales silvestres y marinos dan clases de ciencias e historia en el Museo de Ciencias Naturales La Salle, en La Sabana.
Imponente, con sus alas extendidas, un águila arpía, al parecer una especie que se extinguió de nuestro territorio nacional, se ha convertido hoy en el emblema del museo.
A su lado, en vitrinas, 2.300 aves – nacionales y extranjeras – muestran cómo se alimentan y viven ellas en su hábitat natural.
Estos hermosos ejemplares se presentan en diversos colores y tamaños simulando que caminan, picando la madera o, simplemente, reposando en la copa de los árboles, como aparece la popular lapa roja en su espacio protegido por el vidrio.
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Una manta raya de 5 metros de largo, y una gran variedad de peces, capturan la atención de los visitantes.
José RIVERA/Al Día |
Jimmy Flott, subdirector del museo, señala que cada ejemplar tiene una ficha con el nombre, lugar de procedencia y la fecha en que fue entregado al museo.
El uso de cámaras no es permitido para preservar las especies que, desde sus puestos como cetilenas de la evolución, reciben a los visitantes todos los días. Modelos naturales En este museo, “conviven” animales terrestres y marinos con fósiles, minerales y rocas; en total son 70 mil ejemplares.
Precisamente, son los tres últimos los primeros en aparecer en este recorrido, pues están en la entrada principal, donde también se exhiben los dinosaurios y los reptiles de gran tamaño, tales como una hembra del temido tiranosaurio rex, de 13 metros de alto, y el deinonychus, de tres metros de altura, apodado con justa razón “garras terribles”.
Este compañero de cuarto de los dinosaurios, con 119 millones de años de antigüedad, es uno de los principales “ganchos” para capturar la atención de los visitantes, especialmente, la de los más pequeños, quienes dan rienda suelta a su imaginación al ver la grandeza de estos animales.
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Los cocodrilos de nuestros ríos forman parte de la colección de reptiles.
José RIVERA/Al Día |
La sala de mamíferos alberga 204 ejemplares. En esta zona, se encuentran un ternero de dos cabezas, un chancho con dos cuerpos –de unas horas de nacido– saínos y un tigre de la India, el cual fue donado este año por el zoológico La Marina de San Carlos.
También están inmóviles la minúscula musaraña etrusca de escasos seis centímetros (el mamífero más pequeño del mundo) y un espectacular oso polar, dado en calidad de préstamo por el Museo Nacional en 1996.
Esta sala contiene otros animales que sirven de alimento al hombre y, en algunos casos, de compañía, como ovejas, cabras, terneros y conejos.
Flott dice que el 70 por ciento de las colecciones son especímenes costarricenses y el resto proviene de diversas partes del mundo.
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Los tiburones parecen nadar en
la vitrina; su tamaño y apariencia asombran.
José RIVERA/Al
Día |
“Se trata de especímenes que fallecieron de forma natural – la mayoría– o producto de accidentes y decomisos a cazadores. Por ejemplo, en el módulo de vertebrados, tenemos una manta raya de cinco metros de largo que chocó con un barco en Playas del Coco y, al morir, fue donada al museo en 1965”, agrega Flott.
En esa sección hay un sinnúmero de peces marinos y de agua dulce que dan una visión general de las principales especies que habitan los mares, ríos y lagos de nuestro planeta.
Allí están el gaspar de agua dulce – considerado hoy un fósil viviente –, las pirañas de la cuenca amazónica, las truchas “arco iris”, oriundas de la costa pacífica de América del Norte, y el lenguado, que se arrastra y vive en las aguas guanacastecas.
En otra sala, cientos de caracoles traidos de tierras tan lejas como Japón o Taiwán y una gran colección de mariposas –más de 12 mil– originarias de Costa Rica, África, Colombia, Malasia y la India forman un bello contraste entre la vida multicolor y la existencia a ras del suelo.
Terminé el recorrido con la idea de regresar de nuevo para admirar aún más las especies que viven en el Museo de La Salle, una muestra llena de interesantes detalles que estarán ahí por muchos, muchos años.
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Los niños del kinder Personitas, de San Pedro, recorrieron con su maestra, Verónica Castillo, el museo el martes 21 de setiembre. José RIVERA/Al Día
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Clase natural
El Museo de Ciencias Naturales La Salle está ubicado frente a la esquina suroeste del Parque Metropolitano La Sabana o de las instalaciones de canal 7, 200 metros al sur, frente al edificio del Ministerio de Agricultura y Ganadería.
Ofrece parque privado y servicio de vigilancia para los vehículos.
Los autobuses de la ruta Sabana Estadio paran frente a la entrada principal del museo, estos se abordan al costado suroeste del parque Central de San José.
El museo abre de lunes a sábado de 7:30 a.m. a 4 p.m., y domingos de 9 a.m. a 5 p.m. El costo de la entrada, para nacionales y extranjeros, es de ¢500 adultos y ¢400 niños. Los grupos escolares pagan una tarifa especial: niños ¢300 y ¢400 el adulto acompañante; los domingos, el acompañante del grupo no paga.
Más información por el teléfono: 232-1306.
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