Domingo 17 de octubre, 2004. San José, Costa Rica.


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Sin fronteras

Dos hispanos para el Senado

Jorge Ramos
Periodista mexicano y presentador estelar del Noticiero Univisión, de Florida

En el Senado de Estados Unidos no hay ni un solo hispano. Si los latinos estuvieran representados de manera proporcional, entre los 100 miembros del Senado norteamericano debería haber 14 senadores latinos.

Actualmente hay dos candidatos hispanos con posibilidades de convertirse en miembros del Senado: el republicano Mel Martínez, en la Florida, y el demócrata Ken Salazar, en Colorado.

Ninguno de los dos ha tenido una vida fácil. Martínez llegó solo a los 15 años de edad desde Cuba a Estados Unidos, como refugiado y sin sus padres, en la llamada operación Peter Pan. Salazar viene de una familia de agricultores muy pobres, que lleva cinco generaciones viviendo en Colorado. Pero ambos estudiaron leyes y salieron adelante.

Martínez, quien fue secretario de vivienda con la Administración Bush, habla perfectamente el español; Salazar, el procurador general de Colorado, aún se comunica en un castellano bastante aceptable, según un reciente artículo de prensa, con su madre de 82 años de edad.

Los dos, por supuesto, están aprovechando el hecho de que son bilingües en su campaña para el Senado. Ésa es una ventaja que tienen sobre sus contrincantes en los medios de comunicación en español, y con los votantes latinos.

La última encuesta realizada entre los hispanos de la Florida (por el Instituto Willie Velázquez) indica que Martínez tiene el 48 por ciento de la intención de voto, mientras que su contricante –la excomisionada de educación de la Florida, Betty Castor– cuenta únicamente con el 28 por ciento.

Salazar tiene el apoyo del 53 por ciento de los votantes hispanos en Colorado, según una encuesta del Rocky Mountain News, frente al 42 por ciento de su contrincante, Pete Coors, el poderoso ejecutivo de la empresa cervecera que lleva su apellido.

Martínez y Salazar pueden cambiar la historia en las elecciones del próximo 2 de noviembre. Solo ha habido tres senadores hispanos y los tres han sido del estado de Nuevo México. El último en ser elegido fue Joseph Manuel Montoya, en 1964.

Martínez y Salazar podrían ser el cuarto y el quinto. Pero, sin duda, la campaña de Martínez tiene un mayor valor simbólico. Si Martínez ganara su elección, sería el único inmigrante dentro de Senado. El último senador inmigrante fue Rudy Boschwitz, nacido en Alemania, y quien dejó su puesto en 1991.

“¿Sueña en que le digan 'senador Martínez'?”, le pregunté en una entrevista. “Siempre lo pienso, ése es el sueño”, me contestó. “Mi meta es ser un punto de unidad hispana”.

El reto es enorme. Debido a la diversidad existente dentro de la misma comunidad hispana, nunca ha surgido un líder latino a nivel nacional, ni tampoco una agenda hispana que todos los latinos puedan apoyar.

“¿Puede un cubano ser el líder de mexicanos y puertorriqueños?”, le planteé a Mel, como casi todos le dicen. “Sí se puede”, me contestó. Y, de alguna manera, Martínez ya lo ha sido cuando fue alcalde del Condado de Orange, en el centro de la Florida.

Una de las preocupaciones de Martínez es el desinterés de los norteamericanos en América Latina. “Ésa es la mentalidad que existe en este país”, me explicó. “Una apatía, una enorme falta de interés en América Latina. Pero yo puedo ser la voz de Puerto Rico en el Senado, hablar ahí del Plan Colombia, del problema cubano, del problema venezolano, y mejorar la relación con México, que es tan compleja...”.

Martínez cree que los inmigrantes como él pueden lograr cualquier cosa en Estados Unidos, incluso llegar a la Casa Blanca.

“Si se cambiara la Constitución para permitir que inmigrantes como usted y el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, se lanzaran a la Presidencia, ¿le interesaría?”, le pregunté. “A mis 58 años, eso ya no es para mí”, me respondió a manera de explicación. Y, poco después, él mismo se corrigió: “Pero, en Estados Unidos, nunca se dice nunca”.

A pesar de las enormes esperanzas que despiertan las candidaturas de Martínez y de Salazar, también han generado un interesante dilema ético dentro de la comunidad hispana. ¿Deben los votantes latinos votar por Martínez en la Florida, y por Salazar en Colorado, por el simple hecho de ser hispanos?

La mayoría de las organizaciones hispanas de Estados Unidos tienen la postura oficial de que nadie debe ser elegido a un puesto público por su origen étnico o racial (así como nadie debe ser discriminado por esas mismas razones).

Además, los políticos hispanos del Partido Demócrata no quieren apoyar públicamente a Martínez, ni los Republicanos se sienten a gusto haciéndolo por Salazar.

Pero en privado, en silencio y off the record, varios de esos políticos y funcionarios hispanos desean que Martínez y Salazar tengan éxito. ¿Por qué? Porque urge una voz latina que, por primera vez en 40 años, pueda hablar por todos los hispanos en el Senado de Estados Unidos. Solo porque ya es hora.

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