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Perspectivas
La “maldición” Esteban Cuvardic
No sé si George Steinbrenner, dueño de los Yanquis de Nueva York, estuvo a punto de sufrir un atque al corazón, el miércoles pasado, cuando los famosos “Mulos” firmaron el mayor colapso en la historia del béisbol.
Me alegro por la derrota de los Yanquis. Por dicha, en el mundo del deporte no siempre gana quien más millones pone sobre la mesa.
Algunos dicen que la “maldición” del “bambino” Babe Ruth está a punto de terminar, si finalmente los Medias Rojas de Boston ganan la Serie Mundial (su primera desde 1918).
Yo no creo en “maldiciones” deportivas. La suerte puede influir, de acuerdo. Pero el término “maldición” me suena más a la película “El Exorcista”.
A nivel tico, dicen que Cartaginés sufre una “maldición”: que no es campeón del fútbol nacional porque enterraron un muñeco debajo de la cancha, o porque supuestamente no cumplieron una promesa a la Virgen de Los Ángeles.
No. Los brumosos no han celebrado en el último medio siglo por falta de talento, de buenas contrataciones o de suerte. Pero olvídense de las “maldiciones”.
En el caso de los Yanquis, su nómina anual de casi $200 millones no fue suficiente para liquidar a sus enemigos más odiados.
¿Qué estará haciendo Babe Ruth en su tumba? ¿Se habrá cansado de su “maldición” y, finalmente, se apiadó de Boston?
Es mejor que el “bambino” descanse en paz, o que juegue al béisbol con los angelitos, allá arriba.
Si los Medias Rojas pierden la Serie Mundial, no será por la “maldición” del más grande jugador de la historia. No, será porque Houston o San Luis fue mejor.
La lección más importante de la serie entre Yanquis y Medias Rojas, tal como dijo Ernesto Jerez, de la cadena ESPN, es que nunca hay que desfallecer ante las adversidades.
Como señaló Yogi Berra, una de las leyendas vivas de los Yanquis, “esto no se acaba hasta que se acaba”.
Sin duda, una de las frases más hermosas de uno de los deportes más bellos que existen: el béisbol.
Si usted siguió muy de cerca la serie entre Yanquis y Boston, comprenderá por qué hay gente que se queda tres, cuatro, cinco o hasta seis horas delante del televisor, observando batazos sin cesar.
Espero que triunfen los Medias Rojas para que, de una vez por todas, dejen de hablar de la “maldición” de Babe Ruth.
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