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Tiziano Ferro le dijo a Al Día que fue un honor haber sido nominado en los VMALA que se entregaron ayer, principalmente por los artistas con los que compartía la terna. Cortesía Sony Music/Al Día
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El italiano de moda
Tiziano Ferro habla de su vida, su música, su creciente popularidad Gabriela SOLANO gsolano@aldia.co.cr
Tiziano Ferro es uno de los artistas del momento. Y él lo sabe. Con el tema “Tardes negras” ha estado en los puestos más altos de popularidad. Su fama ha superado su Italia natal. Con “111”, su segundo álbum, este joven se ha convertido en uno de los artistas más “pegados”.
El 14 octubre, durante diez minutos, Ferro habló con Al Día por teléfono desde México.
Desde el inicio se nota que es un tipo simpático.
“¡Eh!, ¡Pura Vida!... Me encanta esa palabra”, empezó diciendo.
El veinteañero habla muy bien español, es risueño y buen conversador. No por casualidad estudió comunicación durante su adolescencia.
Su discografía se compone de dos discos –“Rojo relativo” y “111”– pero han sido suficientes para convertirlo en un consentido del público.
–¿Por qué habla con tanta familiaridad de Costa Rica?
–Tengo un amigo italiano que los visitó y le encantó tanto el ¡pura vida! que se lo tatuó. Y otra amiga que trabaja en EMI Italia (su sello disquero) vivió un par de años en Costa Rica. Ambos me hablaron maravillas de ustedes, por eso los quiero visitar pronto.
–El disco “111” fue editado en 40 países. ¿Cómo se siente ante esa difusión?
–Me halaga. Es muy raro (dice con asombro). Esto solo le ha pasado a Eros (Ramazzotti) y a Laura (Pausini).
Pocos artistas italianos se animan a cantar en otros idiomas, pero quienes lo hacemos nos sentimos fascinados y a la vez temerosos con la experiencia de saber que nuestra música suena tan lejos.
–¿A quién le canta el tema “De tardes negras”?
–Hay rumores... (dice riendo al recordar las versiones que hay sobre sus amores). Cuando compones y cantas una canción la gente siempre le trata de dar un significado. Para mí, una canción es una página del diario,. Es como una foto o el sueño de cómo querías vivir una experiencia.
Es un resumen de emociones pasadas y hasta de la soledad en la que estás.
–¿Cómo vive su popularidad?
–En los dos últimos años he crecido mucho profesionalmente, pero no he tenido mucho tiempo para mí.
Tengo 24 años y mientras mis amigos se van a la discoteca o de vacaciones yo estoy trabajando. A veces me invitan, pero no puedo ir porque estoy en promoción; pierdes el rastro de tu “humanidad” (gente cercana) y vida personal.
Por eso las canciones también pueden ser un grito ante las ganas de vivir algo importante.
–Seduce muy bien al público femenino con los temas. ¿Tienen el mismo resultado cuando quiere conquistar a una pareja?
–Ser cantante y compositor es visto como una ventaja a la hora de conquistar y así es para muchos artistas que conozco. Otros utilizamos la música porque somos tímidos, en las canciones digo cosas que no soy capaz de decir cada día.
No soy tan abierto, tengo límites de comunicación, al contrario de lo que se pueda pensar. Soy solitario, pero fiel y me encantaría tener una relación establecida y tranquila. No soy de “reventones” (fiestas) cada noche, soy muy pasional y romántico... pero con medida (ríe).
–Es famoso por tener buen sentido el humor. ¿Lo mantiene sin problema con una carrera tan agitada?
–Mantenerlo no es fácil. Cuando me levanto por la mañana y no quiero ni que me de la luz del mal humor, siento que debo tomar todo con una sonrisa; esta no resuelve las cosas, pero ayuda a enfrentar mejor lo difícil del trabajo.
Soy mi propio representante, los anteriores me dejaron por problemas de dinero, el suyo (aclara riendo). Fue difícil hacerlo todo, desde pelearme por un contrato de presentación hasta organizar la promoción.
Fue una locura pero ahora intento disfrutar lo que tengo.
–¿Es verdad que cuando era pequeño su familia le rogaba que no tocara la batería, su adicción musical?
– (Se ríe y responde) Sí. Los vecinos tocaban la puerta para que me callara... ¡pobrecitos! Ser mi mamá fue difícil (se ríe).
Yo era un niño muy calmado, hacía la tarea, estudiaba y sacaba buenas notas, pero me gustaba la música y la practicaba en mis ratos libres.
Vivíamos en un apartamento en un condominio –en la ciudad de Latina, en Roma–, ahí vivo todavía, solo que ahora los vecinos vienen a decirme que por favor toque algo para sus sobrinos o sus nietos.
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