Sábado 23 de octubre, 2004. San José, Costa Rica.


Luis Miguel en concierto...

Campeonato Nacional 2004-2005


 

Perspectivas

Que callen los caídos

Ovidio Muñoz

Sutilezas del español: no es lo mismo “se cayó Fidel” que “cayó Fidel” o “calló Fidel”. Aunque, claro, revisando la historia, lo último es lo menos probable, dado el gusto del señor Castro por hablar y hablar y...

El descalabro de Fidel –y digo Fidel sin ninguna simpatía ideológica, por aquello de quienes ven fantasmas en todo lado– volvió a prender la luz roja de la otra caída.

Quienes lo odian saltaron al verlo irse de bruces contra las sillas de la audiencia. Quienes lo aman, como Hugo Chávez, llamaron en carrera para preguntar: “¿Cómo anda todo, comandante”.

El vocero del Departamento de Estado de Estados Unidos reaccionó de manera casi infantil diciendo que el Gobierno de Bush no le deseaba una recuperación rápida. Pudo haber dicho algo nuevo.

El embajador del Papa en La Habana hizo votos por la salud de Castro. Pudo haber dicho algo más original.

El jueves, tras el golpe, con el brazo derecho herido, Fidel Castro debió sujetar el micrófono con la mano izquierda (hecho que molestó mucho a los demócratas de Miami, que vieron el acto como una señal clarísima de que sigue siendo comunista) y afirmó estar “entero”, aunque luego reveló que por poco deben armarlo de nuevo.

Lo dijo en una carta publicada el sábado por dos diarios cubanos: “Los ortopédicos se dedicaron a reunir y ubicar cada uno de los fragmentos en los sitios que les correspondían a cada uno de ellos y, como tejedores, proceder a unirlos sólidamente, cosiéndolos con fino hilo de acero inoxidable unos y otros”.

Cualquier parecido con la reconstrucción del fósil de un dinosaurio no es pura coincidencia.

Para explicar una sencilla caída –imagen repetida con particular interés, en cámara lenta y de atrás para adelante, por algunos canales de Miami–, Castro habló de la ley de la gravedad y hasta del difunto Isaac Newton, su descubridor, y remató ofreciendo disculpas por “tan largo mensaje”. ¿Hablaría de la carta o de sus 45 años gobernando?

Todo este cuento es para decir que su caída bien podría haber ocurrido doce días antes de otra –esta electoral, no física– a unos cuantos kilómetros al norte, en tierra firme.

El 2 de noviembre, si los santos oyen las oraciones de Michael Moore, George W. Bush recibirá la orden de desahucio. Pero el de Fidel, a pesar de sus aterrizajes forzosos, parece más incierto.

Lo cierto es que a muchos, en muchas partes, les daría gusto oír “cayó Fidel”, “cayó Bush”. Yo querría escuchar que ambos callaron. Así ganaríamos todos.

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