Lunes 25 de octubre, 2004. San José, Costa Rica.


Luis Miguel en concierto...

Campeonato Nacional 2004-2005


 

Perspectivas

El exorcismo

Edgar Fonseca

La decisión de la juez Peraza de enviar a prisión al expresidente Calderón, tiene un significado institucional fundamental. En la instancia judicial en la persecución de supuestas acciones criminales, en sus valoraciones y procedimientos no deben primar distinciones. Para nadie.

Justicia pronta y cumplida, intrínsecamente independiente e imparcial constituye, en estas horas, un eslabón esencial de credibilidad ciudadana. Es un mensaje inequívoco de que en el Poder Judicial descansa un basamento democrático esencial.

Tremenda lección la de todos estos acontecimientos para nuestra sociedad.

Tremenda lección para que meditemos, por unos instantes, en los más firmes valores de dignidad humana y ciudadana que deben guiarnos. La codicia está a la vista, cegó a más de uno.

Conviene que, por ejemplo, quienes han detentado el poder en los últimos 30 años abran sus cuentas y negocios sin más dilación al Ministerio Público y a la Contraloría General de la República. Y lo hagan sin necesidad de más medidas cautelares, esposas, manos hacia atrás, o perreras.

Que lo hagan expresidentes, ministros, exdiputados, exmagistrados y exdirectivos de instituciones autónomas.

Que abran sus cuentas y negocios Luis Alberto Monge, Rodrigo Carazo, Óscar Arias, José María Figueres, Abel Pacheco. Y las abran todos aquellos que les acompañaron y acompañan.

Y las abran quienes hoy ejercen poder desde distintas instancias; para empezar en la Asamblea Legislativa. Que las abran los Villanueva, los Malavassi, los Arce, los Guevara, los Solís.

Que las abra el sector privado; todos aquellos que han tenido o tienen negocios con el Estado.

Que se abran a escrutinio todos los contratos, préstamos, condonaciones, arreglos, comisiones en que hayan estado o estén de por medio instituciones públicas como Recope, Japdeva, el INS, AyA, inversión de firmas extranjeras, los bancos estatales y los privados.

Y que abran sus arcas las compañías constructoras de carreteras, y los hoteleros -nacionales y foráneos- concesionarios millonarios en nuestras costas.

Y las fundaciones. Y las universidades privadas. Y los sindicatos; sobre todo, ésos que manejan fondos multimillonarios de los obreros sin permitir ningún escrutinio.

En fin, que nadie se ausente de este exorcismo.

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