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Perspectivas
El Tío Sam Esteban Cuvardic
Estados Unidos, el país más poderoso de la tierra. ¡Cómo te amo, cómo te odio! El Tío Sam tiene cosas adorables, y otras que dan risa. ¡Qué personalidad más extraña!
Me encanta cuando nos ofrece una maravillosa película como “Río Místico”, obra maestra del genial Clint Eastwood.
Lo odio por las series, tipo “Friends”, “Sex in the City” y demás tonteras televisivas.
Me encanta cuando observo la fascinante belleza de la actriz Sela Ward (esposa de Harrison Ford en “El Fugitivo”).
Lo odio cuando George Bush afirmó en la revista Time: “Estoy haciendo historia”.
Me encanta cuando miles de personas protestan contra Bush en la capital del mundo (Nueva York).
Lo odio cuando el FBI visita a un ciudadano en su casa, para cuestionarle por qué habló mal de Bush... ¡en un gimnasio!
Me encanta cuando produce talentos musicales como Simon and Garfunkel, Ambrosia, Hall and Oates (mis favoritos) o Lenny Kravitz.
Lo odio por ser los inventores de esa insoportable música llamada “rap”.
Me encanta cuando recuerdo esos maravillosos árboles –con unos colores de ensueño– en los barrios de Pasadena (California).
Lo odio cuando le dan el Óscar a “Titanic”, en lugar de “Los Ángeles al Desnudo”.
Me encanta cuando veo los programas nocturnos “60 minutos” (el “viejito” Andy Rooney es genial con sus comentarios sobre la vida) y “20/20”, con los fabulosos Barbara Walters y John Stoosel (quien grita cuando algo no le parece).
Lo odio cuando veo la ceremonia de los MTV, con un montón de gente “alocada” alrededor de un cantante que “ladra como un perro”.
Me encanta cuando veo esas maravillosas autopistas, donde el carro va a 160 kilómetros por hora y no te enteras.
Lo odio cuando llegas a Miami y un cubano vestido de oficial te trata como un delincuente, te manda a una sala aparte y te interroga durante una hora. ¿El pecado? Llevar una grabadora en la maleta.
Me encanta cuando veo maravillas como la Estatua de la Libertad, el Golden Gate o la inigualable capital del juego (Las Vegas).
Lo odio cuando el gobernador de New Jersey, James McGreevey, tiene que renunciar tras reconocer que mantuvo una relación extramarital con otro hombre. Allí no se respeta la vida privada, ¿no deberían limitarse a juzgar su labor como funcionario público?
Me encanta cuando veo el Superbowl del fútbol americano.
Estados Unidos: ¡cómo te amo, cómo te odio! Pero, gracias a Dios, con tus virtudes y defectos, existes en el planeta Tierra.
Sin ti, las cosas no serían iguales.
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