Domingo 12 de septiembre, 2004. San José, Costa Rica.


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Foto Principal: 805901
Cerrado
El 14 de setiembre de 1994, pasadas las 5:00 p.m. policías tomaron las puertas del Banco Anglo, y no permitían que nadie entrara o saliera del edificio.
Archivo/Grupo NaciónAl Día

Descalabro inconcluso

Falta recuperar más de ¢27 mil millones del Anglo

Mercedes AGÜERO ROJAS
Gilda GONZÁLEZ SANDOVAL

Colaboró con esta información Evelyn ARROYO.

Hace 10 años Costa Rica enfrentó el mayor descalabro financiero de su historia. El banco más antiguo cerró con ¢32 mil millones en pérdidas.

La clausura del Banco Anglo Costarricense (BAC), el 14 de setiembre de 1994, dejó de la noche a la mañana a 1.800 personas sin trabajo y hundió al Ministerio Público en una investigación maratónica que aún no termina.

Además:

  • La decisión final
  • El último himno
  • “Se cerró mi vida”
  • Los cimientos de los dos partidos mayoritarios se tambalearon con la búsqueda de los responsables de su desmoronamiento y también con la revelación de los principales beneficiados con millonarios créditos y sobregiros.

    La polémica decisión de su cierre en el gobierno de José María Figueres Olsen (1994-1998) todavía despierta opiniones encontradas. (Ver nota adjunta: La decisión final).

    Durante la última década, el Ministerio Público acusó a 19 personas como responsables del uso irregular del dinero. La Procuraduría todavía trata de recuperar con las uñas $85 millones (¢37.944 millones), cifra calculada como daño al Estado, y un fideicomiso insiste en rescatar cinco a cinco una abultada lista de deudores de su cartera de créditos. (Ver recuadro: Peso de la ley).

    A junio falta recuperar más de ¢27.848 millones, informó Marvin Solano, director interino del Fideicomiso Banco Central - Banco Popular. (Ver nota adjunta: Deudas irrecuperables).

    Algunos analistas afirman que se hubiera perdido menos si el banco hubiera permanecido abierto, pero la comisión designada por el Consejo de Gobierno para estudiar el caso determinó que –a setiembre de 1994– la entidad registraba pérdidas por ¢16 mil millones, y tenía un patrimonio negativo superior a los ¢12 mil millones. Recapitalizarlo le hubiera costado al país ¢25 mil millones, con lo que se elevaría el déficit del sector público a casi ¢90 mil millones. Esto, según la comisión, incidiría con fuerza en el costo de la vida.

    Hoy, los exempleados lamentan el cierre del Anglo. Algunos afirman que ese hecho los marcará de por vida.

    A continuación un extracto de sus historias y el último informe de los principales deudores de la extinta entidad.


    La decisión final

    El reloj da la 1:30 p.m. Es 14 de setiembre de 1994. En cuatro horas más, los niños iluminarán sus faroles. Los costarricenses se aprestan a celebrar 173 años de independencia.

    En Zapote, sin embargo, los preparativos tienen otro fin.

    Reunido con 22 ministros el presidente de la República, José María Figueres Olsen, decidirá el futuro del casi inexistente Banco Anglo Costarricense.

    En la sesión además están, asesores de gobierno, la primera dama Jossette Altmann, el presidente del Banco Central, Carlos Manuel Castillo (q.e.p.d.) y el jefe de fracción liberacionista, Rodolfo González.

    Se excusaron de asistir, por encontrarse en asuntos propios de su cargo: Sergio Quirós Maroto y Calixto Chaves Zamora, asesores con rango de Ministro.

    Sobre la mesa, el informe de una comisión especial, recomienda: “Iniciar de inmediato un proceso conducente al cierre ordenado del banco, dada su inviabilidad financiera e institucional”. En segundo término, enviar un proyecto de ley a la Asamblea Legislativa para su disolución y liquidación.

    La recomendación del comité integrado por Rodrigo Oreamuno, Elías Soley, Leonardo Garnier, Carlos Manuel Castillo, Adrián Vargas, Ottón Solís y Francisco Antonio Pacheco fue contundente:

    -El Banco está en un “gravísimo proceso de desintegración”.

    -Registra pérdidas por ¢16 mil millones.

    -Un patrimonio negativo superior a los ¢12 mil millones.

    -Recapitalizarlo costaría ¢25 mil millones, lo que elevaría el gasto público y por ende el costo de la vida.

    -En pocas palabras, el banco estaba “técnicamente quebrado”.

    Comentarios y lamentos se expresaron esa tarde. No obstante, no constan en actas.

    Unánime

    Luego vino la decisión. El Consejo de Gobierno en forma unánime acordó: “Con el fin de iniciar un proceso conducente en su cierre ordenado, la intervención del Banco Anglo Costarricense se amplía hasta por noventa días más…”.

    Los últimos comentarios fueron del Presidente Figueres quien reconoció que “el penoso asunto le ha afectado emocionalmente por ser una decisión tan fuerte y dolorosa”.

    A las 5:30 p.m. se levantó la sesión.

    Unos minutos más tarde en cadena nacional de radio y televisión el Presidente José María Figueres sorprendió al país: el banco cerrará sus puertas.

    Era la decisión final.


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    DEL RECUERDO
    El edificio del Banco Anglo Costarricense, en el centro de San José, albergó a los empleados de la institución desde 1960.
    Cortesía de Luis Guillermo Campos/Al DíaAl Día

    El último himno

    Cierre del Anglo: 14 de setiembre de 1994

    Mónica UMAÑA D.

    Los empleados del Banco Anglo estaban de fiesta. El 14 de setiembre de 1994 era una fecha especial. Muchos vestían traje de campesino, y tenían actividades preparadas para celebrar la víspera del día de la independencia.

    Sin embargo, un rumor había zumbado en los oídos de todos. Nadie dio crédito.

    Minutos antes de las 5:00 p.m. uno de los empleados se acercó y les dijo que el presidente, José María Figueres Olsen, estaba hablando en vivo por televisión y radio.

    Buscaron la forma de acomodarse para escuchar al mandatario, que en ese momento daba la peor noticia que habían escuchado: el Banco Anglo se cerraría.

    Para entonces las puertas de la institución ya estaban clausuradas, y el edifico estaba rodeado de policías que lo custodiaban para que nadie entrara o saliera.

    El mundo parecía derrumbarse para sus 1.800 empleados.

    A partir de ese instante estaban desempleados. Era incierto el futuro de sus familias. Incredulidad y temor los embargaron.

    Muchos habían trabajado toda su vida en la entidad. En 1960 ellos mismos cargaron los escritorios y las máquinas de escribir para pasarse al edificio, que ahora alberga al Ministerio de Hacienda.

    Se consideraban una familia. Después del 14 de setiembre del 94 ni se volvieron a ver.

    Otros no encontraron trabajo, muchos de los que se querían pensionar no tenían edad y unos pocos cayeron en la depresión y el alcoholismo. Uno de los exempleados se suicidó.

    Para quienes tenían mucho tiempo de trabajar en el banco es difícil pasar frente al edificio y no escalofriarse. Los recuerdos invaden el alma. Incluso, desde esa tarde, muchos decidieron no volver a cantar el himno nacional cada 14 de setiembre.


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    Los delfines
    Luis “Lagunita” González vende llaveros de delfines.
    Alexánder OTÁROLA/Al Día

    “Se cerró mi vida”

    Exempleado vende llaveros

    Alvaro SÁNCHEZ CÓRDOBA

    “No solo el banco cerró, se cerró mi vida, mis sueños pero, sobre todo, los de mi familia y mis hijos. Fue una injusticia”, afirmó ayer a Al Día, Luis “Lagunita” González Ruiz.

    Él es exempleado del departamento de Fideicomiso, fue auxiliar de bóveda del Puesto de Bolsa del extinto Banco Anglo Costarricense y también boxeador reconocido en Latinoamérica en los setenta.

    Del 17 de abril de 1955 –fecha de su nacimiento– hasta las 2 p.m. del 14 de setiembre de 1994, la vida de “Lagunita” era normal: esposa, cinco hijos, recuerdos gratos de su vida deportiva, estabilidad económica y emocional.

    Hoy su realidad es otra. Él asegura enfrentar aún las consecuencias del cierre del Anglo.

    “Aquel 14 de setiembre, mi jefe me llamó y dijo: 'Aquí todo pataleó Gonza, y los primeros que se van son ustedes'. Eso me afectó mucho”.

    Aunque le dieron la liquidación por 16 años de trabajo, donde empezó en atención al público, “la depresión me mató.

    “Sin trabajo, mi mujer me dejó, casi perdí a mis hijos y, debo aceptarlo, el licor me abrió la puerta de la calle. Lo perdí todo. La vida entera”, aseguró González ayer a las 12:30 p.m.

    Se fueron la alegría y hasta la comodidad que tenía en barrio Cuba y Los Ángeles, donde vivió hasta 1996. Ahora el Hotel Managua, en calle 8 de San José, lo recibe cada vez que consigue ¢1.800 para pasar la noche.

    10 años después ...

    “Los ¢6 millones de mi liquidación los gasté en 2 años y después me quedé sin nada”.

    Explica que intentó ganarse la vida con un taller de soldadura que no resultó y ahí “todo empezó a tambalearse. Tenía 40 años y desempleado.

    “He dormido en la calle, me juego el pellejo a diario en una zona conflictiva donde tengo que cuidar lo poquito que tengo. Es difícil y aún trato de asimilar todas mis pérdidas”, relató Luis, quien se dedica a la venta de llaveros en los alrededores del Parque Morazán y el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).

    Ingresó al Banco Anglo en 1978, ese mismo año ganó su última pelea como boxeador.

    “No me he retirado del boxeo. Sueño con entrenar a alguien, me gustaría que me dieran esa oportunidad de rehacer mi vida, de recuperar lo perdido”, dijo González.

    Como deportista disputó 57 peleas, empató dos y perdió cuatro. Aún le falta la más importante.

    “Me falta una pelea que, aunque no lo crea, después de 10 años quiero ganar. Deseo recuperar el tiempo perdido y ganarle a la adversidad”, dijo “Lagunita” González.

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