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El jueves por la mañana, en su casa, en Montes de Oca, don Alfredo Cruz recordó “las carreras” que vivió para poder completar su plan.
José RIVERA/Al DíaAl Día
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Maestro de la libertad
En 1964, Alfredo Cruz ideó el viaje de la antorcha de la independencia por el istmo Isaac LOBO
ilobo@aldia.co.cr
Esta historia comienza y termina con una carrera.
El calendario señala el año 1964. Un profesor de educación física, recién nombrado director general de Deportes, recibe la nueva de que la antorcha de la independencia recorrerá Centroamérica. La noticia le complace. Eso nunca había ocurrido.
Antes, Alfredo Cruz Bolaños – San José, 1918 – había conseguido unir la región mediante una carrera atlética, símbolo de la libertad que nuestros países habían obtenido en 1821.
Ahora pensaba en un proyecto nuevo: decenas de estudiantes llevarían una antorcha de Guatemala a Costa Rica, “emulando el grito de libertad”.
La actividad uniría el deporte, su pasión, con el sentimiento que despierta el anhelo de vivir sin ataduras.
Han pasado 40 años desde entonces... Hoy, Alfredo Cruz Bolaños se sienta frente a una fogata, con un jarro de aguadulce en la mano, en su casa en Lourdes de Montes de Oca, para atendernos y desgranar los recuerdos que, a sus 86 años, siguen vivos, como la tradición iniciada por él. Precursor“Soy el primer costarricense que decidió cursar estudios superiores en educación física. Me fui con mucha ilusión a Chicago, Estados Unidos, cuando tenía 23 años”. Partió con una maleta llena de esperanza, a pesar de que mucha gente no entendía por qué quería estudiar para enseñar deportes.
A los 46 años se había convertido en un hombre reconocido por su revolucionaria forma de pensar. Decía que la enseñanza de los niños y los jóvenes, para estar completa, necesita de una buena dosis de deporte.
Cruz ya había recorrido Centroamérica, en avión y en carro por sus compromisos deportivos; producto de esos viajes, una idea le hacía cosquillas en la cabeza. “Me di cuenta de que los pueblos centroamericanos vivían con mucha intensidad el Día de la Independencia”.
Sin demorarse, compartió la idea con el ministro de Educación, Ismael Antonio Vargas Bonilla, quien lo escuchó con atención.
“¿Cómo pensás hacer eso, Alfredo?”, le preguntó desconfiado. Alfredo Cruz lo miró y le respondió: “Aprovechemos la nueva carretera, la Panamericana, que cruza todo el istmo. Además, en Costa Rica ya lo hemos hecho antes, solo que esta vez no se limitará a llevar una antorcha de cantón en cantón, sino que irá de país en país”. En ese instante, la historia empezaba a escribirse.
Vargas tenía que reunirse con los otros ministros de Educación en la ODECA (Organización de Estados Centroamericanos), institución que, en ese tiempo, tenía mucha injerencia en los convenios educativos.
Cuando regresó, una semana después, se reunió con Cruz para comunicarle la buena noticia: la idea había tenido tan buena acogida que todos deseaban iniciar el plan ese mismo año.
Alfredo Cruz tuvo que salir “en carrera” y apurarse con los preparativos.
“Hicimos un ensayo antes de empezar la empresa y corregimos algunos detalles. No tuvimos grandes problemas, porque la idea gustó mucho en toda Centroamérica. Las fronteras se abrieron”.
En retrospectiva, aquel plan gustó, sedujo y echó raíces.
Don Alfredo ya no está vinculado con los organizadores de la carrera de la antorcha de la independencia, pero les guarda mucho cariño. Su filosofía es herencia para las nuevas generaciones de jóvenes centroamericanos: la libertad es como la llama, fuerte e inspiradora, si no se cuida, se extinguirá irremediablemente.
Deportista
Don Alfredo Cruz fue el primero en muchas cosas. Empecemos por enumerar algunas: el primer tico en recibir estudios superiores en educación física, el creador de la Galería del Deporte y quien tuvo por primera ocasión la franquicia de Miss Costa Rica.
Enseño a nadar a 76 mil ticos en 33 años. En 1944 empezó a dar clases en lo que se llamó la pila Volio, que quedaba entre calle 11 y avenidas 10 y 12, en San José.
“Al principio fue una vinería, pero la gran pileta luego sirvió de piscina. Había que tener cuidado al echarse un clavado porque en una parte era muy baja y en otra muy honda”, recuerda.
Posteriormente, Cruz creó sus propias piscinas, en Lourdes, Montes de Oca.
“Actualmente el complejo está en mal estado, hay que invertir mucho dinero”.
Cruz, de 86 años, nunca para de hacer ejercicio. Todos los días camina en la propiedad que tiene en San Pedro de Montes de Oca y los sábados practica natación
Además de fundarla, es miembro de la Galería del Deporte. “También fundé la Asociación Mundial de Recreación y logré que la UCR y la UNA dieran la carrera de Educación Física”, añade.
Vive en San Pedro con sus hijos Mauricio y María Lourdes y sus dos nietos, Delia (13 años), y Daniel (un año y medio).
“Me siento muy satisfecho. Por dicha se ha visto lo que he hecho, aunque a veces siento que me faltó tiempo de hacer más cosas”, afirma.
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