Domingo 12 de septiembre, 2004. San José, Costa Rica.


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Foto Principal: 805717
El viernes, el satélite Terra, de la NASA, fotografió a Iván mientras azotaba Jamaica.
AFP/Al Día

Arrasadores

Los huracanes llegan a medir 500 kms de diámetro

Guiselly MORA

Los vientos presagian lo inevitable; en las cálidas aguas del océano –26 grados – “algo” ha nacido. Se desplaza desde las costas de África y cruza el Atlántico. No viene solo, le acompañan lluvias y tormentas. Es un huracán, el visitante más temido por los meteorológos.

Durante su visita, entre el 1 de junio y el 30 de noviembre – a veces se adelanta–, destruye casas, comercios, puertos; también ciega la vida de miles de personas y produce pérdidas económicas incalculables. Solo el huracán Mitch perjudicó a 16.500 costarricenses en 14 días.

De esta temporada, faltan por llegar cuatro huracanes de los que se forman en la Cuenca del Atlántico. De acuerdo con los expertos del Instituto Meteorológico Nacional, los huracanes formados en el Atlántico son los que afectan al país ocasionalmente.

Estos colosos son fenómenos meteorológicos conocidos como ciclones tropicales; pueden producir marejadas, vientos fuertes, precipitaciones, deslizamientos e inundaciones. Costa Rica, por lo menos en los últimos 100 años, no ha sido golpeada directamente por un huracán.

Sin embargo, afirma el meteorólogo Luis Fernando Alvarado, “los efectos indirectos pueden resultar devastadores. Por ejemplo, los huracanes Joan, en 1988, y César, en 1996, no pasaron por nuestro territorio, pero sí provocaron lluvias intensas que afectaron la población”.

Vida turbulenta

El huracán es un remolino de dimensiones gigantescas “podemos hablar de más de 500 kilómetros de diámetro”, dice Alvarado, “en el cual los vientos rotan a una velocidad de hasta 250 kilómetros por hora”.

Su vida suele ser corta, de una a dos semanas. La mayor parte de su existencia la pasa en el océano, de donde toma su energía. Otra característica importante es el centro (u ojo) , pues es la parte más tranquila y de cielo despejado.

“Hay zonas donde nacen con mayor frecuencia: las más cercanas a América son las del Atlántico y el Pacífico. Los del Pacífico por la dirección en que se mueven, difícilmente van a afectar a Centroamérica”, manifiesta Alvarado.

El ojo, las paredes –donde están los vientos más fuertes y lluvias más intensas– y las bandas (zonas de lluvia sin vientos) forman el huracán.

La velocidad y la trayectoria de los ciclones tropicales dependen de complejas interacciones con la atmósfera y el mar. Usualmente, un huracán se desplaza a una velocidad que oscila entre 24 y 32 kilómetros por hora, la cual puede cambiar, rápidamente, de forma, tamaño, intensidad, velocidad de traslación y dirección de desplazamiento

El lado derecho (relativo a la dirección de desplazamiento) es la parte más peligrosa. El incremento de la velocidad del viento en este lado aumenta la marejada y el riesgo de que se forme un tornado.

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