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Dolor Rosa Solano pidió ayer, a las 4:30 p.m., que se haga justicia y se encarcele a los asesinos de su compañero Giovanni Arias (foto inserta). Con ella, sus hijas María de los Ángeles, de 7 años, y Jazmí, de 3 meses. Herbert ARLEY/Al Día
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“Lo que pedimos es justicia”
Taxista asesinado vivía en Los Guido Erick CARVAJAL MORA ecarvajal@aldia.co.cr
Una hora y media antes de que su cuerpo fuera abandonado en Rancho Redondo de Goicoechea, Geovanni Arias Pérez, de 27 años, asesinado anteayer de cuatro balazos, fue visto por última vez en San José, cerca del Cinema 2000.
Su esposa, Rosa Solano, y su cuñada, Lucrecia Solano, comentaron que Arias, quien trabajaba como taxista informal, se ubicaba siempre por ese lugar.
“Varios amigos nos dijeron que la última vez que lo vieron fue a las 3 p.m. No sabemos si hizo un servicio individual o colectivo. Lo que pedimos es justicia”, dijeron.
Ayer en la mañana, varios agentes judiciales inspeccionaron, en el sótano del OIJ, en San José, el vehículo Hyundai Excel, amarillo, que era propiedad de Arias.
Jorge Rojas, director del OIJ, comentó que el automóvil estaba muy quemado y fueron pocas las evidencias que se pudieron obtener.
Rojas descartó que el móvil del crimen fuera el robo, pues la forma en la que mataron a Arias señala que se trata de una venganza.
El hombre tenía tres balazos en su abdomen y uno en la cabeza. Estaba sin zapatos y sin camisa.
Arias fue lanzado a un precipicio de siete metros, en Rancho Redondo de Goicoechea.
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Giovanni Arias/Al Día
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Testigos que circulaban en ese momento por la carretera, señalan que de un automóvil Hyundai gris con rojo se bajaron dos sujetos y otros dos se quedaron en el carro.
Una fuente policial informó que el joven taxista frecuentaba la zona de San Pedro, específicamente la llamada “Calle de la amargura”. Machete de trabajoGiovanni Arias Pérez era el segundo de seis hermanos y siempre vivió en Los Guido de Desamparados.
Vivió durante 10 años con Rosa Solano, con quien tuvo 5 hijos. La menor apenas tiene tres meses de haber nacida y el mayor tiene 8 años.
Ayer en la tarde, con sus ojos llenos de lágrimas, su compañera buscaba una explicación ante lo sucedido.
Arias había adquirido el Hyundai Excel hace tres años, pero es taxista informal desde hace 10.
“Siempre trabajó para otras personas hasta que pudo adquirir su carrito”, dijo.
De este automóvil le faltaban por pagar ¢400 mil.
Su esposa señaló que cuando lo compró, estaba muy ilusionado. “Le pidió a Dios su bendición para el automóvil, porque era su machete de trabajo”, recordó.
Su mayor ilusión, manifestó, era poder tener una casa propia. “No para él, ni para mí, sino para sus hijos, para que no estuvieran de un lado a otro”.
Solano y sus cinco hijos viven actualmente en la casa de la abuela materna.
“Era una persona alegre, trabajadora. Nunca abandonó a sus hijos, ahora no sé que voy hacer”, comentó.
Lo más importante para los familiares de Arias es que se haga justicia. “Quiero confiar en las autoridades y que este homicidio no se quede impune”, reclamó Solano.
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