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Una multitud recibió a Su Santidad en La Sabana el 2 de marzo de 1983.
Archivo/Grupo NaciónAl Día
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Fervor sigue vivo
Ticos que estuvieron cerca del Papa recuerdan el histórico momento Guiselly MORA
Jéssica I. MONTERO SOTO
jessicamontero@aldia.co.cr
Con el mismo fervor con que los costarricenses lloran la muerte Juan Pablo II reviven la paz que, según dicen, transmitía con solo un apretón de manos, un abrazo o una bendición.
En busca de ese contacto o cercanía final, este viernes llegaron a Roma millones de fieles para despedirse de él.
Juan Pablo II nunca evitó encontrarse con la gente. Incluso, lo hizo contra el protocolo vaticano. Permitía el ingreso de quienes, por trabajo, turismo o casualidad, esperaban contarse entre los bendecidos directamente por sus manos.
Esos instantes, aunque muy cortos, dejaron marcas profundas en el corazón de católicos y no católicos.
Hoy, muchos ticos que tuvieron la oportunidad de acercarse a él hacen una pausa y reviven los momentos.
"El rosario que me dio es algo muy especial para mí; con él recé cuando operaron a mi esposo", narra Anabelle Venegas Roy, quien le llevó serenata en 1983, cuando visitó el país.
Profundamente conmovida, Elizabeth Duarte recuerda las imágenes en que Su Santidad dice: "sufre, está sufriendo", mientras acaricia la cabeza de su hija Carolina, quien falleció tres años después. "Me siento como obligada a estar pegada al televisor y saber todo lo que pasa. Ni cuenta me daba de cuánto significaría esto para mí", explica.
José Vianney Gutiérrez no fue a recibir al aeropuerto a Juan Pablo II aquel 2 de marzo del 83, pero siguió la transmisión por tele. Cuando escuchó que el papamóvil pasaría por la carretera a Desamparados fue a ver.
"El Papa nos bendijo desde el 'papamóvil'; espero que también lo haga desde donde esté ahora", dice este hombre de 55 años que se ha mantenido sobrio durante 22 años, el mismo tiempo transcurrido desde la primera visita de un Pontífice a Costa Rica.
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Lo esperaron a la orilla de la calle o lo siguieron en bicicleta y hasta corriendo, pero ninguno de los ticos que estuvo ahí olvida los instantes de 1983 en los que vieron al Papa en nuestro país.
Archivo/Grupo NaciónAl Día
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Cambio de víaEl mundo entero no olvidará el papel protagónico de Juan Pablo II en la caída del comunismo y del Muro de Berlín. Tampoco que fue el primer Papa en elevar plegarias en una sinagoga, en una mezquita y en un templo anglicano.
Sin embargo, para un costarricense que cumplía una condena de siete años en la cárcel, fue el indulto que se le otorgó a 146 privados de libertad (con motivo de la visita del Papa a Centroamérica) el hecho que cobra especial importancia.
"Sí, es cierto que me beneficié grandemente con el indulto, eso no se puede negar, pero sabía que tenía que poner de mi parte", afirma. Él pidió no publicar su nombre porque, hasta ahora, algunos de sus seres queridos no saben que estuvo preso durante tres años.
Cuando Mayela Abarca recuerda que estuvo entre los jóvenes que dieron su mano al Papa se conmueve; no obstante, en aquella fecha ella profesaba otra religión.
"En lugar de besarle el anillo -como hacían los demás-, yo le tomé la mano y le hice una reverencia".
A los pocos minutos, Abarca cambió de opinión. "Alguien le dijo al Papa que entre el grupo había otro joven que no quería recibir la bendición y me conmovió lo que le respondió: 'la bendición de un anciano nunca cae mal'. Eso marcó mi vida".
No es extraña la respuesta de la gente ante la muerte de Juan Pablo II, después de todo, desde tiempos muy remotos la humanidad ha sabido que "por sus frutos los conoceréis".
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La niña que aparece en cama es Carolina. El Papa se acercó a ella el 3 de marzo de 1983.
Cortesía de Teletica Canal 7/Al Día
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"¿Por qué llora?"
El llanto de Carolina González, de 4 meses, llamó la atención del Santo Padre en su visita a cuidados intensivos del Hospital Nacional de Niños, el 3 de marzo de 1983. Un video muestra el momento en que él pregunta "¿Por qué llora?". Al oir la respuesta le acaricia la cabeza y dice "Sufre, está sufriendo...".
Carolina entró al hospital el 29 de febrero y con tan poco tiempo era casi imposible que autorizaran a doña Elizabeth Duarte, la mamá, para estar junto a Su Santidad, tres días después. A última hora le dijeron que sí, pero había un problema: era indispensable ir en vestido y ella no tenía ninguno.
Gonzalo, el esposo, se fue para Esparza, donde vive la familia, a buscar uno y al regreso ya no había paso hacia el hospital. El oficial de tránsito oyó la historia, se jugó su puesto y autorizó el paso del taxi.
"Estuve a unos tres metros de él y no me le acerqué más porque había muchas cámaras y mucha gente. Fue muy impresionante", recuerda la madre, que el lunes pasado vio por primera vez el video completo.
"Vi a mi chiquita que se vuelve a la cámara, llorando, y al Papa que le toca la cabecita", dice.
Los médicos habían dicho que una niña tan pequeña tenía pocas posibilidades de sobrevivir a la operación (de cáncer) y que las secuelas podrían ser muy graves, pero en esa ocasión Carolina sanó.
"Aunque estaba chiquitita, apenas pude le enseñé quién era el Papa. Ella lo amaba: donde veía una foto de él me decía '¡Mirá quién está ahí!'".
La pequeña vivió poco más de dos años con perfecta salud, hasta que otro tumor acabó con su vida.
"Creo que fue a través del Papa que el Señor nos dio tanta fortaleza. A pesar de todo disfrutamos mucho de ella el tiempo que la tuvimos", dice doña Elizabeth, quien pidió no ser fotografiada.
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Helen Zumbado asegura que si tiene un hijo varón lo bautizará "Juan Pablo".
Allen CAMPOS, para/Al Día
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Milagro en el hospital
La tarde del 3 de marzo, Helen Zamora despertó, tras 22 días en coma. Ese día doña Marlene Soto, su mamá, habló con Juan Pablo II y asegura que la oración de Pontífice ayudó en lo que ella considera un milagro.
Helen tenía 7 años y había sido atropellada por un automóvil y trasladada de emergencia en avioneta desde Guápiles al Hospital Nacional de Niños. Durante el viaje sufrió al menos cinco paros respiratorios. Los doctores fueron honestos y advirtieron que era muy probable que muriera de camino.
La noche anterior a la llegada del Papa, el neurólogo que atendía a Helen llamó a la familia para solicitar una autorización: la niña agonizaba y querían darle los santos óleos.
Pero a la mañana siguiente doña Marlene se encontró con Juan Pablo II: ella le besó la mano y le pedió que rezara por su hija.
"El me dijo 'Mujer bendita eres, porque para ti también hay bendición'".
Esa tarde Helen abrió sus ojos... y llamó a su mamá.
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Ivonne enseña la foto que conserva de aquel momento.
Manuel VEGA/Al Día
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En brazos
La modelo Ivonne Núñez fue escogida para que, en nombre de la comunidad de Heredia, le entregara un regalo al Papa durante la reunión que este realizara con los jóvenes del país, la tarde del 3 de marzo de 1983 en el Estadio Nacional.
"Conforme fui creciendo me di cuenta de lo importante que fue aquel día y lo que simboliza haber sido escogida entre tantas personas del mundo para estar entre los brazos del Papa". Aquel día, ella tenía 5 años.
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Reproducción de Manuel VEGA/Al Día
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Abelardo FONSECA/Al Día
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"Era de locos"
"Aquello era de locos", dice Karla Ureña cuando describe los momentos que precedieron al atentado que sufrió Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981.
A esta vecina de Jericó de Desamparados el trabajo la había llevado a Roma donde permaneció durante un año.
Ella estaba a un metro y medio de distancia -aproximadamente- cuando escuchó tres detonaciones. Vio caer al Papa y a las "camionadas de soldados que se tiraban al suelo".
"Parecía una película de Semana Santa", afirma. A pesar de ser testigo de un hecho tan lamentable, considera que estar allá fue "una bendición", pues lo vio varias veces más, especialmente, cuando se asomaba a la ventana los miércoles a las 5 p.m.
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Doña Karla conserva recortes de periódicos italianos que mostraban el día del atentado.
Abelardo FONSECA/Al Día
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Francisco Hernández, Israel Flores, Carlos Luis Hernández, José María Hernández y Aníbal Umaña se reunieron el viernes con sus recuerdos de Juan Pablo II.
Roger BENAVIDES para/Al Día
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Ellos le cocinaron
La familia Hernández fue una de las que estuvo más cerca de Su Santidad en 1983.
Don Juan Hernández (QdDg) tenía una empresa de "catering" y sus diestras manos de chef habían servido a muchos personajes importantes, pero fueron los alimentos preparados para el Papa, durante su estancia en el país, lo que verdaderamente lo llenaba de orgullo.
"Para papá aquello fue lo máximo", relata Francisco Hernández, hijo de don Juan, quien junto a tres de sus hermanos trabajaron todas las noches que Juan Pablo II durmió en la Nunciatura Apostólica.
"Uno noche yo hice un platillo de quesos y las siete personas que estaban junto al Pontífice no empezaban a comer, esperando que él se sirviera primero. Entonces yo le dije que si me lo permitía, podía servirle los alimentos, con el fin de iniciar la cena.
Él, que era muy simpático y agradable, me contestó 'que el plato estaba tan bonito que no quería destruirlo".
El papa Juan Pablo II le regaló un rosario y medallones a cada uno de los orgullosos cocineros.
A ellos también los "tocó"
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Roxana Zúñiga, directora de Noticias Repretel.Saludó al Papa en el 2002. Hoy lo recuerda así: "Aunque muy rápido, fue un momento de mucha gloria".
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Lilliana Carranza, periodista de Telenoticias. En el 2002, fuimos al Vaticano. No esperábamos verlo, pero nos permitirieron saludarlo. Fue un momento de mucha emoción. Me motivó a confesarme tras muchos años de no hacerlo".
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Elbert Durán Hidalgo, director "De cara al pueblo", canal 13. "Tomé su mano y la besé. Con humildad, confirmé que entre aquel hombre bueno y sabio y yo había un espíritu común: el de la esperanza y la fe".
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