Vistazo
TLC y anexionismo comercial José Luis Vega Carballo
Bien decía José Martí, hace 103 años, lo inconveniente que resulta para un país vendedor depender en extremo de un gran comprador. Afirmó:
"Quien dice unión económica, dice unión política. El pueblo que compra, manda. El pueblo que vende, sirve. Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse, vende a más de uno...
"Cuando un pueblo fuerte da de comer a otro, se hace servir de él... El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir a alguno, prefiera al que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos".
Ahora que se discute un mega-TLC con Estados Unidos, vale la pena confrontar esa visión con lo que el secretario de Estado del presidente Harrison, Mr. Blaine, llamó "anexionismo comercial" en tiempos de Martí:
"Deseo declarar la opinión de que Estados Unidos ha llegado a un punto en el cual sus más altos deberes consisten en la ampliación de su área de comercio exterior. Bajo la benefactora política de las protecciones tarifarias hemos desarrollado un volumen de manufacturas que, en muchas ramas, sobrepasa las demandas del mercado interno.
"En el campo de la agricultura, con el inmenso desarrollo de su mecanización, podemos producir muchos más alimentos de los que nuestra población puede consumir. Nuestra gran demanda es por la expansión".
Sin embargo, aclaró que no recomendaba una anexión militar o territorial:
"Y por expansión quiero decir la expansión del comercio con países con los que podemos tener relaciones redituables. No estamos buscando anexar territorios. Pero al mismo tiempo creo que no debemos conformarnos con la situación actual, por lo que considero conveniente que no nos abstengamos de practicar lo que se conoce como 'anexionismo comercial'" (New York Tribune, 30 de agosto, 1890).
México fue víctima de esa forma de dependencia extrema, pues la firma de un TLC con Estados Unidos en 1994 le condujo a superconcentrar el 90 por ciento de su comercio exterior en ese único socio, exponiéndose a las negativas consecuencias previstas por Martí.
Mas aún, con ese TLC, México fue más allá del anexionismo, como lo explica la Dra. Lucinda Villarreal, de la Universidad Autónoma de México, en su reciente estudio TLC: Las reformas legislativas para el libre comercio, 1991-2001:
"En primer término, diremos que es la privatización de la economía; en segundo, la penetración y establecimiento de la inversión extranjera en todos los ámbitos de la misma; tercero, el control de la mayoría de las áreas económicas de nuestro país por los inversionistas extranjeros; y cuarto, la armonización, y para no decir integración, de nuestra legislación a la legislación norteamericana".
Y añade que el TLC trajo "una revolución jurídica silenciosa a través de la que se perfila una nueva nación mexicana, con otros objetivos y perfiles".
Costa Rica corre el mismo riesgo, pues el TLC con Estados Unidos viene a ser una extensión del firmado por México, un país hermano que, al igual que Canadá, olvidó las sabias advertencias de Martí.
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