Emoción, fe y desilusión en el Vaticano
CIUDAD DEL VATICANO, 18 de abril AFP). Miles de miradas fijas en una pequeña chimenea y los minutos pasan sin que nada ocurra hasta que poco antes de caer la noche, un humillo de color indefinido comienza a salir del tejado de la Capilla Sixtina entre los gritos de la multitud congregada en la plaza de San Pedro.
"¡Es blanco, es blanco!", exclaman muchos, irrumpiendo en aplausos, antes de que en pocos segundos aquella nubecilla grisácea se transforme claramente en una espesa humareda negra, claro sÍmbolo del desacuerdo de los 115 cardenales tras su primera votación del Cónclave, iniciado el lunes.
En total, unas 20.000 personas de todo el mundo se dieron cita en la plaza de San Pedro para asistir a esta primera fumata en casi 27 años, para muchos la primera de sus vidas, con la que los purpurados comunicarán al mundo la elección del 265º pontÍfice de la Historia.
"Puede parecer estúpido estar aquÍ mirando una chimenea diminuta pero en un signo tan sencillo como este humo se va a representar la acción de Dios en su Iglesia", afirma Juan Carlos Cortez, sacerdote de Chillán, sur de Chile.
La multitud congregada en la plaza de San Pedro ha ido aumentando por minutos y hacia las 19h00 locales (17H00 GMT), cuando se esperaba la primera fumata, la plaza de la basÍlica está completamente llena.
"Es el dÍa más importante porque es el inicio del cónclave. No estamos aquÍ por curiosidad, es algo más profundo. Rezamos, esperamos y creemos que las personas que están ahÍ adentro escuchan al EspÍritu Santo y al pueblo católico", explica Ramón Navarro, sacerdote de Murcia (sur de España).
Jóvenes, ancianos, religiosos, estudiantes, familias enteras e incluso los monaguillos del Vaticano aguardaban juntos la misma buena noticia y hacÍan tiempo, sin quitar ojo de la chimenea, con una Biblia, la radio, cantando o especulando sobre el futuro elegido.
"Hemos venido a ver al Papa. Si no lo vemos hoy, lo veremos mañana", afirma la mexicana Bárbara Lara, empleada de hogar en Roma, que espera acompañada de varias amigas.
Entre la multitud, como ha ocurrido desde la muerte de Juan Pablo II, sobresalen banderas brasileñas, mexicanas, italianas, polacas, estadounidenses y otras más.
A un lado del obelisco de la plaza, Oscar Freixas ondea sin cesar su pequeña bandera cubana. Ha venido desde Miami para asistir al Cónclave y no se irá de Roma sin ver al nuevo Papa.
"Vengo porque mi pueblo no puede estar aquÍ. Hubiera sido muy positivo que el humo fuera blanco hoy porque darÍa la sensación de una Iglesia unida, algo que desgraciadamente no ocurre", afirma.
En muchos casos, los fieles desean que los cardenales encuentren pronto a un nuevo papa y si puede ser, que proceda de sus paÍses de origen.
"Creo que en este momento es difÍcil que haya un Papa de nuestra región pero serÍa importante que un dÍa ocurriera porque le harÍa mucho bien a una determinada parte de la Iglesia", afirma el mexicano Ricardo Montero.
Minutos después de ser testigo de la primera fumata negra, la multitud abandona rápidamente la plaza de San Pedro. Próxima cita el martes a mediodÍa con igual de ilusión, pero más prudencia antes de estallar en júbilo cuando la chimenea de la Capilla Sixtina comience a echar humo.
"Ha sido muy emocionante. Ahora ya sabemos que al principio, todas las fumatas son medio blancas", se repite un grupo de jóvenes sacerdotes antes de abandonar el Vaticano.
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