Jaime Viñals, alpinista
Chapín en las alturas
El único centroamericano que ha subido el Everest, ahora se propone llegar a la montaña más alta de Madagascar, África Neyssa M. CALVO ACHOY
El guatemalteco Jaime Viñals es una de esas personas que se conocen y nunca se olvidan.
Se propuso llegar a la cima del Everest y lo logró en el 2001; quiso subir siete cimas de las islas más altas del mundo y esta Nochebuena irá tras la última: en Madagascar, África.
Con 32 años, ha escalado 800 montes en 90 países, entre estos nuestro cerro Chirripó donde ha podido admirar seis veces la belleza que envuelve el país.
Cree en Dios y en la gente. Asegura que en la montaña -donde se siente como en casa - ha aprendido a vivir con gratitud, pues sabe lo que es perder la noción del tiempo, no ver su piel por meses, sentir frío y verse en medio del hielo y la roca.
Su pasión por las alturas le ha mostrado que cuando algo se quiere con el corazón se puede lograr, y ese es el mensaje que trata de dejarle a la gente que lo escucha.
Él viaja por el mundo, no solo para subir a las cumbres sino también para contar su historia a terceros y sembrar en ellos valores.
Quiere que las personas se atrevan a soñar, alcancen metas, sean comunicativos, se adapten a los cambios y mantengan una actitud positiva ante la vida.
Precisamente, ese fue el mensaje que impartió don Jaime el 30 de noviembre a un grupo de médicos nacionales para promover la investigación científica.
El secreto de este guatemalteco para cumplir todos sus sueños es llevar la vida con tranquilidad, pues está convencido de que tarde o temprano todo llega.
Así fue como llegó a la cima del Everest, con paciencia, pues ya lo había intentado sin éxito dos veces: en la primera vio morir a cuatro de sus compañeros y en la segunda se resbaló en una grieta y tuvo que abandonar la travesía.
Sabe de los peligros y le apasiona lo que hace, aunque, en estos días, ha pensado seriamente en dejar las alturas y dedicarse a su familia, seguir compartiendo sus vivencias y aprender de la gente que conoce en sus viajes por el mundo.
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El final
No piensa en la muerte, pero le gustaría estar feliz y satisfecho de haber dejado una huella en el mundo cuando eso suceda, no importa el lugar donde se encuentre en ese momento.
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