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Vendedor y consejero
Fernando Castillo es un vendedor honrado. Frente a él tiene un montón de tiliches, la mayoría herramientas o "viseras de construcciones", como les llama él. A la hora de vender advierte a los clientes si es material viejo o nuevo, de buena o dudosa calidad.
Rafael PACHECO/Al Día
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¡Qué montón de tiliches!
Comerciantes y compradores se citan cada fin de semana en un particular mercado, el de las "pulgas" Mercedes AGÜERO ROJAS
maguero@aldia.co.cr
En un mar de "tiliches" donde predominan cables, tuercas y tornillos, Randall Valverde estiró su brazo derecho y sacó un destartalado radio.
"¿Cuánto cuesta el radiecito?", preguntó ante las miradas de los presentes. "Doscientos", le contestó don Rafael Benavides, quien promocionaba diminutas herramientas, "todo a ¢100".
¿Para qué comprar un radio cuyo único destino parecía ser el basurero? Pues, para este vecino de Llorente de Tibás tiene sentido: es coleccionista. "Tengo como 100 de estos", afirmó este sábado.
Esta es una de las decenas de historias que se dan cita cada fin de semana en el mercado de las pulgas, sitio de intenso intercambio comercial josefino.
Aquí no hay etiquetas, estantes, ni artículos marcados. El precio casi siempre se define en un regateo que a veces consume horas.
Todos los fines de semana de 250 a 300 vendedores extienden sus toldos en el sector suroeste del mercado de Mayoreo, junto a la Municipalidad de San José, de 6 a.m., a 1 p.m., para ofrecer una amplia variedad de mercadería. ¿Vale la pena?Si bien no se compara con los famosos mercados de pulgas o "flea markets" europeos como los de la "Plaza del juego de pelota" en Bruselas, el mercado de las pulgas josefino ofrece desde antigüedades hasta ropa, zapatos y artículos de primera necesidad a precios cómodos.
Usted ahí puede comprar champú y acondicionador de marcas reconocidas a ¢3 mil, mientras en cualquier supermercado cuestan ¢4.500.
"En Navidad le compré a mi hija muñecas 'Barbie' en ¢7 mil, mientras que en las tiendas costaban ¢10 mil", comentó Angélica Sarria.
Los hombres son quienes más visitan este lugar por la gran variedad de herramientas, repuestos, artículos para vehículos, equipos de comunicación, celulares y relojes a la venta.
También es un muy buen sitio para coleccionistas.
De acuerdo con los comerciantes, la mayor parte de la mercadería que venden aquí la compran en ventas de garaje, remates, a familiares, amigos y vecinos que cambian de casa.
José Gómez es coleccionista de revistas. En su puesto combina la venta de viejas ediciones de Kaliman y otros cómics con la de zapatos nuevos.
"Tengo 9 años de dedicarme a esto, antes estábamos en el parque Cañas, frente a la estación del ferrocarril al Pacífico. A veces nos va bien y a veces no tanto", comentó.
Para Ricardo Masís el mercado de las pulgas es el "Hipermás de los pobres", pues ahí puede encontrar casi de todo a precio muy cómodos.
"Uno compra y revende. Así nadie pierde, ni vendedor ni cliente. Si esto fuera robado la gente vendría a recuperar sus cosas", aseveró.
Por día cada comerciante paga un derecho de ¢1.220 a la Municipalidad, con lo que las ganancias dependen de la suerte, la garganta y el poder de convencimiento.
Cuando el reloj se acerca a marcar la 1 p.m., los vendedores también recogen sus tiliches.
Si es sábado volverán al día siguiente; si es domingo lo harán el próximo fin de semana. ¿Cuánto me da?
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Rafael PACHECO/Al
Día
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Tras un prolongado regateo, Jesús Madrigal (derecha) le compró a Sergio Ramírez un "discman". Al principio el aparato se ofreció en ¢8 mil, pero Madrigal no quería dar más de ¢5 mil, pues dijo que no se escuchaba muy bien. Luego subió su oferta a ¢6 mil y finalmente se lo llevó por ¢7 mil, pero con un disco de Bob Marley. Cliente y comerciante se dieron la mano, ambos quedaron contentos.
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Rafael PACHECO/Al Día
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Carlos Camacho, de San Carlos, visitó el mercado el sábado. Según dijo, cada vez que puede se da una vuelta por ahí, pues es buen lugar para comprar herramientas y repuestos. Afirma que hay de buena calidad y a bajo precio.
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Rafael PACHECO/Al Día
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Este sábado fue un buen día para Byron Arce. Le vendió un televisor Hitachi a color a Pedro Centeno, de San Diego de Tres Ríos, por ¢18 mil. Eso sí, antes de llevárselo Pedro le pidió firmar un papel en el que constara la venta. "¿Qué hago si un policía me para en el camino y me pregunta de dónde lo saqué", dijo.
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