Lunes 31 de enero, 2005. San José, Costa Rica.


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Tribuna libre

Irrespeto e ignorancia

Gloria Bejarano

El vandalismo en nuestro país no conoce límites.

Hace pocos días, vimos que algunos monumentos nacionales fueron afectados por robos, y otros se encuentran pintados con graffiti o han desaparecido.

Las aceras ancestrales, con sus hermosas lajas de piedra, fueron sustraídas, y el muro sobre el puente del río Torres ha sido desmantelado, ladrillo a ladrillo, hasta hacerlo desaparecer.

Y los escalones que conducen al Museo de los Niños, ya tuvieron su primera baja, pues una de sus casi centenarias piedras fue arrancada recientemente. Esta cantera es muy apreciada, pues da realce y categoría a muchas casas modernas, que necesitan ese toque especial para hacer juego con rejas y otras antigüedades que se puede conseguir en demoliciones y tiendas especializadas.

El rescate y reciclaje de materiales provenientes de construcciones antiguas es una práctica valiosa, pues nos permite traer un pedacito del pasado y mantenerlo vivo.

Lo inaceptable es que estos materiales provengan de monumentos nacionales o edificaciones antiguas que están siendo conservadas como edificios patrimoniales.

No imagino a un francés arrancando un pedazo de la Torre Eiffel para ponerle una viga a su casa, ni a un americano robando, para fundirlas, las letras con que están escritos los nombres de los caídos en la guerra de Vietnam. Y un inglés difícilmente se llevaría un pedazo de reja de la casa de la Reina.

La Gran Muralla China sigue en pie después de varios siglos, y en India, a pesar de la pobreza de su gente, nadie sale con un pedacito del Taj Mahal.

No es cuestión solo de ser un país desarrollado, ni de tener un nivel educativo elevado. Hay algo más, que, para mí, es amor a lo propio, respeto a mis ancestros, a mi historia, a los constructores y a su obra.

Se trata de saber honrar el pasado y reverenciarlo, unirse alrededor de la historia, conocerla y valorarla, y así tener la capacidad de hermanarse ante la adversidad, fortalecerse ante el dolor y superar las crisis creando una visión positiva del futuro, con base en nuestro ayer.

Los pueblos que cultivan su historia, resaltan la obra de sus próceres y juzgan con sabiduría su legado. Además, entienden que un monumento, o una edificación, representa más que un poco de cemento, piedra, hierro y bronce del que se puede sacar algo de dinero.

Me temo que lo que sufren nuestros monumentos es más que vandalismo y robo: es irrespeto e ignorancia.

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