Lunes 31 de enero, 2005. San José, Costa Rica.


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Aflicción
Alejandro Rojas Escalante, único sobreviviente de la masacre de Paquera, que mañana cumple un mes, está con el ánimo decaído: quiere regresar pronto a su casa pero sigue hospitalizado
Rolando AVILÉS/Al Día

Sobreviviente mejora con dolor y ansias

A casi un mes de masacre de Paquera

Christian CAMPOS, corresponsal
Rodolfo MARTÍN

Puntarenas.- Escuchó una detonación y, de inmediato sintió un piquete en la pierna izquierda.

Así recordó ayer Alejandro Rojas Escalante, en la cama 426 del hospital Monseñor Sanabria, el hecho que lo mantiene internado, desde hace casi un mes, en el cuarto piso de ese centro de salud.

Ese fue, precisamente, el epílogo del baño de sangre protagonizado el 3 de enero por Douglas Araya Castillo cuando en Río Grande de Paquera asesinó a cinco personas antes de suicidarse en playa Pájaros.

Rojas, el único sobreviviente de esa masacre, convalece actualmente en medio del dolor de su pierna y la ansiedad de regresar al pueblo que lo vio nacer hace 56 años.

"¡Cómo duele esto!, ¡Cómo duele!, ¡Con solo que me senté un poquito y la pierna ya se me inflamó!", expresó Rojas.

Él se encontraba en el Bar Los Almendros, donde resultó herido. El balazo le causó una grave infección, y no fue sino hasta el jueves pasado que los médicos pudieron finalmente operarlo.

Rojas, quien sufrió una fractura de tibia, le colocaron cuatro pines, y este martes lo trasladarán de centro médico.

Él será enviado al hospital México, donde lo someterán a una serie de exámenes para luego hacerle varios injertos.

Aunque todos los días ha recibido la visita de algún familiar, amigo o vecino, don Alejandro admite estar desesperado por "regresar a mi casa y reunirme con mis parientes".

Rojas dijo que aún no encuentra explicación a lo sucedido esa madrugada sangrienta cuando estaba en el bar "Los Almendros".

Recordó haber conversado con Araya cuando llegó al lugar por primera vez. Eran las 10:00 p.m. del domingo 2 de enero.

"Me preguntó '¿todo bien?' A lo que respondí, claro. Luego, se fue a conversar otros amigos. El salón estaba lleno", recordó ayer.

A las 2:00 a.m. lo vio llegar por segunda vez.

"Apareció en la puerta y lucía ansioso, como si buscara a alguien. Andaba sin camisa, con un pañuelo en la frente y dos fajas de tiros en el pecho, comentó.

"Mencionó haber matado a Patricia Ruíz, una de sus víctimas, y de inmediato, la refriega que me mantiene convaleciente en una cama".

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