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Sin miedo Indira García, nicaragüense de 20 años, sobreviviente del accidente donde murieron cuatro personas. Rafael PACHECO/Al Día
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"La vida me dio otra oportunidad"
Indira García Osejo, sobreviviente de tragedia en Puntarenas Erick CARVAJAL, redactor Cristian CAMPOS, corresponsal ecarvajal@aldia.co.cr
Puntarenas.- Indira García, de 20 años, quebró con todas sus fuerzas un vidrio del carro para poder salir. Sangrando, con su pierna herida, salió arrastrándose por una peña para poder llegar a la carretera y pedir ayuda.
En el "pick up" Mazda, Graciela Carrillo, de 21 años, todavía tenía pulso, y Gilberto Arias, de 47 años, respiraba con dificultad.
Su esfuerzo no pudo salvar la vida de Carrillo ni de Arias, tampoco la de Roxay Solano, de 36 años, y la Carlos Madrigal, de 28 años.
Indira, quien sobrevivió al accidente que cobró la vida de cuatro personas el domingo en la madrugada, en Punta Morales, conversó ayer con reporteros de Al Día.
Ese día, aparentemente, por esquivar una vaca que se atravesó en la carretera, se produjo el accidente.
Sentada en una silla de ruedas, en el Hospital Monseñor Sanabria, dijo convencida que no se va a rendir, va a luchar por conseguir sus sueños.
Mientras ella se recupera, Olman Ledezma, de 33 años, el otro sobreviviente del terrible percance, está delicado en el Hospital México. Respira asistido por una máquina. Serias contusiones cerebrales y heridas lo tienen postrado en la cama 6, en el salón de observación.
El OIJ apenas inició un proceso de investigación y está a la espera de los exámenes de la medicatura forense, los cuales determinarán si los conductores manejaban con alcohol.
Del propietario de la vaca, que según oficiales de tránsito, fue la causa del accidente no se sabe nada, lo único que se tiene es el sello de fierro, el cual es TXQ 44. Cuestión de segundosIndira García salió del bar Palo Verde, administrado por Arias, junto a él, Carrillo y su madre, Alicia Osejo, con rumbo a Judas de Chomes.
Luego de dejar a su mamá, tomaron rumbo a Punta Morales, con el fin de ir al bar La Cañada, también propiedad de Arias, donde había un karaoke bailable.
Durante el camino iban conversando del cumpleaños de Arias, que fue el viernes. Todo transcurría normalmente. "Le dije que no sabía que había cumplido años y que teníamos que celebrarlo el próximo año", comentó García.
Por su parte, Carrillo iba hablando que su madre, Seidy Cruz, también había celebrado el cumpleaños en la misma fecha y que esta semana ella iría a festejarlo en el barrio Juanito Mora, en Barranca.
García explicó que adelante de ellos iban tres carros. Dos automóviles más alejados y al frente el Hyundai conducido por Solano.
Arias decidió pasar al Hyundai y luego Solano volvió a pasarle a Arias.
"En ese momento, cuando el Hyundai se metía al lado derecho de la carretera, se topó la vaca de frente, en el intento de esquivarla se salieron de la carretera", explicó García.
En ese momento ella le decía a Arias que el Hyundai le estaba pasando. Él le dijo que no se preocupara por eso. "
"De pronto vimos la vaca de frente, chocamos contra ella, y el carro se fue al lado izquierdo del camino", dijo.
García quedó por un momento inconsciente. Luego le tomó el pulso a Carrillo y vio que Arias respiraba con dificultad.
Rompió un vidrio del carro y a como pudo subió una peña hasta llegar a la carretera. "Varios automóviles se detuvieron y empezaron a pedir ayuda", comentó.
Indira García tiene tres años de vivir en Costa Rica. Es nicaragüense y tenía como meta comenzar a estudiar administración de empresas.
"Ahora, con más fuerzas voy a estudiar, quiero salir adelante, la vida me dio otra oportunidad", manifestó.
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Dolor en Barranca Familiares y amigos despidieron ayer, a la 1 p.m., a Graciela Carrillo, de 21 años, quien murió en el accidente de tránsito, carretera a Punta Morales, Puntarenas, el domingo en la madrugada. Rolando AVILÉS/Al Día
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Dolor y cariño despidieron a víctimas
Entierros en Sardinal, Barranca y Santa Ana Érick CARVAJAL MORA, enviado ecarvajal@aldia.co.cr
- Sardinal, 9 a.m. En la casa de Gilberto Arias Acosta, familiares, amigos y vecinos se topaban y al hacerlo, solo muestras de solidaridad y de apoyo se sentían.
- Santa Ana, 12 m.d. Casi a 130 kilómetros de distancia de Sardinal, en Río Oro de Santa Ana, dos familias se unían en las puertas del cementerio para despedir a dos amigos, Carlos Umaña Madrigal y Roxay Solano Solís.
- Barranca, 1 p.m. La familia de Graciela Carrillo Cruz, le abrió las puertas de su casa, desde la madrugada, a la gran cantidad de amigos que deseaban despedirse de ella.
Las cuatro víctimas mortales del accidente, de la madrugada del domingo, en Punta Morales, fueron sepultadas ayer, en medio de muestras de dolor y cariño.
Cerca del accidente, en Sardinal, el templo no dio abasto. Mucha gente quedó afuera.
A las 10 a.m., se iniciaba la procesión, de un kilómetro, hacia el cementerio. Los recuerdos vividos con "Teto" acompañaban cada paso de las personas.
"Nos criamos juntos, tengo la misma cantidad de años. Le gustaba mucho el deporte y era quien nos arbitraba los partidos de fútbol, en la plaza de Sardinal", recordó Domingo Villegas, al referirse a su amigo.
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Pueblo dolido El pueblo de Sardinal despidió ayer, a las 11 a.m., a Gilberto Arias, de 47 años. El dolor se sentía en las calles y en cada recuerdo de las personas que acompañaron a la familia al cementerio local. Rolando AVILÉS/Al Día
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Gilberto Arias, era gemelo. Su hermana Iris, es la que más siente la pérdida de su hermano.
"De pequeños hacíamos todo juntos, en la finca, jugábamos con las vacas y los demás animales. En la escuela hacíamos la tarea juntos. Aún cuando cada uno se casó, siempre mantuvimos la cercanía. No me esperé esta noticia. Es lo más duro" señaló Iris, cuando miraba hacia el nicho donde depositaban a su hermano.
Mientras doña Alicia Osejo, esposa de Gilberto, le decía "no me dejes sola, no te me vayas mi amor"; En Santa Ana, la familia Umaña Madrigal salía del templo parroquial con el cuerpo de Carlos.
El hijo de doña Blanca, iba al encuentro de "su amigo de siempre". Roxay estaba a dos kilómetros esperándolo en las afueras del cementerio de Santa Ana. La comunidad, que por una hora tuvo que separarse porque Carlos y Roxay tuvieron oficios religiosos diferentes, se volvió a unir.
"Siempre fueron amigos y quedaron juntos para siempre" señala Ileana Sandí, amigo de ambos.
Era ya la 1 p.m., doña Seidy Cruz, madre de Graciela, no se sentía sola. Desde Canadá, su esposo Donato Carrillo, quien se fue en busca de trabajo y lo hace siendo albañil, le había mandado dinero para los gastos. Le había mandado también consuelo. Tylor, el hijo de Graciela, abrazaba a su abuela, y entre ellos se daban la mayor de las fortalezas.
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