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A dos años del asesinato a balazos de tres menores Miedo ronda Puerto Escondido Varias familias decidieron irse del pueblo para siempre, tras la mortal tragedia Álvaro SÁNCHEZ CÓRDOBAalvarosanchez@aldia. co.cr Puerto Jiménez. - El 31 de julio del 2003, a las 5:15 p.m., la tragedia invadió el pequeño pueblo de Puerto Escondido, en la Zona Sur. Tres menores fueron asesinados a balazos por venganza.
Hoy, dos años después, el miedo transita por las calles de lastre de este lugar, a unos 15 kilómetros del centro de Puerto Jiménez.
Las familias de los menores Steven Vargas Mora, de 15 años, y Kevin Solís Valverde, de 3, decidieron irse del pueblo días después de la masacre. Hoy solo la familia Francisco Mena Fallas, de 15 años, permanece en ese lugar, pero la huella de la tragedia aún los persigue. Incluso, hasta hace dos meses, un amigo de los fallecidos de 15 años y principal testigo del hecho Saydel Quintero se atrevió a regresar a Puerto Escondido. El fantasma del protagonista de este hecho sangriento, Carlos Corrales Picado, aún ronda por este lugar. Aún causa mucho dolor hablar de lo acontecido hace dos años. Ya los padres no mandan con mucha confianza sus hijos a la pulpería o a la escuela. En el campo judicial, la policía logró comprobar que aquel 31 de julio, Corrales, en pleno acto de venganza en contra de los dos menores de 15 años y del padre del niño de 3 años -quien era su expatrono- tomó dos armas calibre 38 y disparó contra sus víctimas. A todos los buscó, las siguió y les dio muerte. Y de acuerdo con el recuento de los hechos, él se suicidó poco tiempo después de la masacre que conconmocionó a un pueblo. "Este es un hecho muy lamentable que nos marcó para siempre. Este pueblo nunca volverá a ser el mismo, pues se trata de la muerte de tres menores a manos de una persona que todos conocían como una persona buena", aseguró Silvia Vargas, hermana de Steven, quien se mantiene en el pueblo pero sus padres decidieron marcharse. Durante la ruta de muerte que siguió Corrales también hirió de un balazo en el abdomen a Marcelo Solís Chinchilla, padre del niño de 3 años.
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"Traté de quitarle el arma" "Él lo que hizo fue por venganza, porque estaba molesto con las personas que mató", aseguró Saydel Alejandro Quintero, quien en el momento de la muerte de Francisco estaba a su lado. "Tuvo que ser porque Francisco dejó de ir a pescar con él, ya que le disparó a él y aunque yo intenté quitarle el arma, no me disparó aunque tuve que salir corriendo", añadió el joven. Quintero se fue unos días después de la muerte de sus amigos, a solicitud de unos familiares, ya que el asesino no había aparecido y temían que también lo buscara a él. Hasta hace dos meses regresó al pueblo y asegura que no es lo mismo. "Todo es distinto, la gente anda con más cuidado. Mis amigos me hacen falta, es difícil aceptar algo así cuando uno ha vivido tanto tiempo con amigos de la misma edad", dijo. Según el joven, los dos fallecidos, él y el Carlos Corrales (el asesino) acostumbraban ir de pesca y hasta "hacían luchas en la arena". "Una vez Carlos dejó botado en una playa, largo de aquí, a Francisco y él se tuvo que venir caminando. Ya habían tenido algunos roces, y me imagino que eso fue parte por lo que él dejó de ir a pescar y Carlos se enojó", comentó el joven. Agregó que el asesino se veía normal el día de la tragedia. |
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